11 septiembre 2025

TELDE EN EL MARQUESADO DEL BUEN SUCESO

Blasón del Marquesado del Buen Suceso (Rumeu, p. 296)

Encuadrada su vida en el siglo XVIII, el grancanario Bartolomé Hernández Naranjo hizo carrera como militar de prestigio una vez que se trasladó a Venezuela. Allí consiguió amasar una gran fortuna de la que haría muy buen uso en cuanto a inversiones y cambio de status social. 

De Venezuela regresó en 1775 para, al poco tiempo, establecerse entre Cádiz y Madrid por mor de la concesión del título nobiliario que se propuso conseguir a toda costa del monarca Carlos III. Para cuando regresó definitivamente a Gran Canaria en julio de 1783, lo hacía como I marqués del Buen Suceso desde 1781 pero, también, gravemente enfermo por una apoplejía sufrida y, además, totalmente ciego a causa del glaucoma. De hecho, fallecerá en noviembre de ese mismo año, disponiendo ser enterrado en la iglesia de la Vera Cruz de los agustinos en Las Palmas, en el sepulcro de sus padres, en la misma calle de Vegueta en la que había nacido el 25 de octubre de 1712. 

Como herederos instituyó a su esposa e hijo, Juan Domingo Hernández Naranjo y de Monasterios, quien ostentará el marquesado en segundo lugar ya desde Jerez de la Frontera, ciudad natal de su esposa, desarraigo de las islas que ya mantendrán sus sucesores para siempre (Rumeu, pp. 299-302).

Bien mientras residía en Caracas, bien personalmente en la isla o por medio de su hermano sacerdote, Domingo José Naranjo Nieto, que había hecho carrera en México y regresado a la isla como su apoderado, comenzó a adquirir innumerables propiedades en diversas partes de la isla. Obviamente, destacó la adquisición de la Hacienda del Buen Suceso, desgajada del mayorazgo de Arucas y que dará título a su marquesado pero, por otro lado, no menos importantes y cuantiosas fueron sus posesiones en nuestra ciudad. El 5 de agosto de 1773, desde Caracas y ante el escribano Juan Domingo Fernández, compró una finca en la Hoya de Juan Gallegos (Jinámar). El 21 de septiembre de 1775, en Las Palmas y ante el escribano Antonio Miguel del Castillo, permutó tierras en el Valle de Casares por otras situadas en La Betancora (Rumeu, p. 292).

"Hay que suponer que otros diversos bienes raíces adquirió nuestro biografiado en la isla nativa, en provechosas inversiones durante la etapa caraqueña de su existencia, pero por desgracia no ha quedado constancia de ello” (Rumeu, pp. 287-288). No obstante, gracias a un inventario de 29 de marzo de 1879, mandado a realizar por el V marqués del Buen Suceso y IV conde de los Andes, don Fernando de la Rocha y de la Fontecilla, sabemos de veintisiete amplias posesiones en la zona cumbrera de nuestro municipio. Suman un total de 400 fanegas, 10 celemines y 1 braza de la época, es decir, más de dos millones de metros cuadrados aproximadamente. 

Estas posesiones debieron ser adquiridas por el I marqués, bien durante su estancia en Caracas, bien durante su estancia en la isla o mediante su hermano apoderado, dado el citado desarraigo de sus descendientes y sucesores en el marquesado.

Un resumen del inventario que nos ocupa (AHPLP), nos aporta la siguiente información: 

Propiedades del marquesado en La Breña:
  • 2 fanegas de tierras y arrifes en Las Cuevas de Cubas.
  • 4 celemines de arrifes en el mismo lugar.
  • 5 fanegas de arrifes y riscos en La Hoya del Escribano.
  • 5 fanegas de tierras y arrifes en El Altabacal, al pie de El Risco del Escribano.
  • 1 fanega de tierra y arrifes inmediata a la anterior.
  • 1 fanega de arrifes y riscos en Los Morros de la Mesa.
  • 9 celemines de tierra y arrifes en La Cuevecilla.
  • 24 brazas de tierra en La Solana de la Breña con doce horas de reloj de agua del estanque de La Breña (su dula cada treinta días).
  • 1 cuartillo y 20 brazas en el mismo punto que llaman La Huerta de Arriba con un día de agua (su dula cada treinta días).
  • 10 celemines y 2 brazas de tierra en La Hoya de la Breña.
  • 8 celemines, 2 cuartillos y 20 brazas de tierra y arrifes en La Bicacarera.
  • 7 celemines, 2 cuartillos y 25 brazas de tierra y arrifes en El Morrillo de la Breña.
  • 21 fanegas, 10 celemines y 2 cuartillos de tierra, arrifes y riscos en El Arenal del Cabezo (con tres cuevas).
  • 4 fanegas, 2 celemines y 18 brazas de tierra y arrifes en La Mesa.
  • 2 fanegas, 3 celemines y 10 brazas de tierra y arrifes en El Lomo del Camello.
  • 103 fanegas, 9 celemines, 3 cuartillos y 31 brazas de tierra, arrifes y riscos en el mismo lugar. La lleva Matías Cruz.
Propiedades del marquesado en Cazadores:
  • 91 fanegas, 11 celemines y 15 brazas de tierra, arrifes y riscos en “El Risco de las Ortigas” y “Solana de Cazadores”. Lo lleva Juan Rodríguez.
  • 19 fanegas y 5 celemines de de tierra y arrifes en “Hoya Bermeja”. Lo lleva Antonia Caballero.
  • 1 fanega, 8 celemines y 23 brazas de tierra y arrifes en “La Erilla”.
  • 1 fanega, 8 celemines, 3 cuartillos y 23 brazas de tierra y arrifes en “Los Cuchillos”.
  • 10 fanegas, 4 celemines, 1 cuartillo y 28 brazas de tierra, arrifes y riscos en “El Gorete” [Guriete]. Lo llevan entre Juan Rodríguez y Juan Caballero.
  • 18 fanegas, 11 celemines y 13 brazas de tierra y arrifes en “El Blanquizal”. También la lleva Antonia Caballero.
  • 1 fanega, 4 celemines y 3 cuartillo de tierra y arrifes en “Los Escobones”. Lo llevan Antonia Caballero y Juan Caballero.
  • 17 fanegas, 7 celemines y 30 brazas de tierra y arrifes en “El Laderón”. Lo lleva Antonia Caballero.
  • 68 fanegas, 9 celemines, 1 cuartillo y 14 brazas de tierra, la mayor parte de arrifes y páramos, donde llaman “La Mesa” y “Fuente de la Gaviota”. La llevan los tres (¿anteriores?).
  • 9 fanegas, 10 celemines, 3 cuartillos y 6 brazas de tierra y arrifes en “La Abejerilla”.
  • 8 fanegas, 2 celemines y 18 brazas de tierra y arrifes en “La Hoya de la Perra”, en “El Salvialillo”.

Como vemos, este inventario nos ayuda, además, a perpetuar en la historia topónimos de nuestra ciudad ya perdidos, así como el recurso al mayoral o guardés por medio de los cuales el propietario de las tierras las mantenía en explotación y rendimiento. En este sentido, destaca la confianza del V marqués en la familia Caballero.

Por último, teniendo en cuenta las diversas propiedades que en la otra vertiente del barranco de los Cernícalos también poseyó el marquesado, entre otras, las que aún hoy se denominan Las Haciendas en Valsequillo (Santana), nos podemos hacer una idea de cuán rico llegó a ser en propiedades agrícolas el marquesado del Buen Suceso, más allá de las aruquenses.


REFERENCIAS

AHPLP. Archivos privados. Familiares y personales. Sall Tascón. Administración de bienes. Inventario de bienes y propiedades (1877-1895). Signatura: FST-005/47.

Rumeu de Armas, A. (1983). "El marqués del Buen Suceso (1712-1783)" en Anuario de estudios atlánticos, núm. 29, pp. 233-302.

Santana, F. (2025). "Haciendas del Marqués del Buen Suceso" en "Valsequillo Digital", 5/09/2025, s/p. https://valsequillodigital.es/haciendas-del-marques-del-buen-suceso/ [consultado el 10/09/2025].

10 agosto 2025

DEL TOPÓNIMO TELDENSE LA COLOMBA


Panorámica de La Colomba (Fotografía del autor)

Este pequeño pago de Telde, enclavado entre los barrios de Arenales (Telde) y Lomo Fregenal (Valsequillo), se ha convertido en la actualidad en punto de encuentro de todos los senderistas que hasta él acuden para adentrarse en el Barranco de los Cernícalos. La disposición de un área recreativa a su entrada ha facilitado, igualmente, el disfrute del lugar.

Don Pedro Hernández Benítez, en su estudio de los topónimos de la ciudad en la que fue párroco, comentó del de este enclave que "no se trata de un apellido, puesto que va precedido del articulo La; posiblemente se trata de un nombre importado, existiendo un monasterio que lleva el título de Santa María de la Colomba en Plasencia." (Hernández, p. 315). Se olvidó de que esta advocación de la Virgen viene del latín columba, paloma, pudiendo haber explicado el topónimo de una manera más peregrina, que el lugar terminó siendo conocido así por la presencia de dicha aves. 

Sin embargo, las fuentes documentales corrigen a Hernández pues aunque vaya "precedido del artículo La" sí que se trata de un topónimo patronímico a partir del apellido Colombo. En el título de propiedad del convento dominico de san Pedro mártir de Las Palmas de Gran Canaria sobre un tributo redimible para la dotación de la capellanía que instituyó a su favor Fernán Moro en 1551, podemos observar el devenir de los arrendatarios que han tenido las propiedades que la sustentaban.

"[N. 12 a.] Tributo de 68 reales 4/8. Abril. Redimible. Capellanía de Fernán Moro. [Encabezado].
Convento de San Pedro mártir. Paga este tributo don Nicolás Alvarado. [Al margen].
Paga este tributo por 24 de este mes José Cabrera Beatancurt escribano público de esta isla según la escritura de venta que le otorgó este convento en 24 de abril de 1713 por ante D. Lucas de Betancurt Cabrera, escribano público y de Cabildo, de la casa que dicen de la Colomba, la cual casa la hubo este convento por haberla rematado el convento por principal y corridos, y haberla aplicado la Justicia Real Ordinaria al convento como más largamente consta de los autos ejecutivos que el Procurador General de este convento siguió con dicha casa, cuyos están en el oficio de dicho José Cabrera ante quien pasaron. 
Siguió lo ejecución el convento con los herederos de Jerónimo de la Oliva, quien sucedió en esta casa por traspaso y escritura de venta que le otorgó el licenciado don Juan Santos, como albacea de la Colomba, con la pensión de pagar cien reales pagaderos a este convento. La Luisa Ortega Colombo hubo esta casa por donación que le hizo doña Francisca Zambrana con esta pensión. La doña Francisca Zambrana hubo de Juan de León, su padrastro a quien se la dio el convento por escritura ante Francisco Suárez el año de 1606. (…).
Porque como tal albacea pague los dichos réditos para cuya paga hipoteco por expresa ¿escritura? penal, hipoteca una ¿güerta (sic) de? árboles frutales en Valle de los Nueve, término de la ciudad de Telde, y sus rentas, para no poder venderla ni enajenarla, ni que se venda ni enajene hasta estar satisfechos y pagados dichos réditos por haber quedado por muerte de la dicha Luisa de Ortega y la venta y enajenación que en otra manera se hiciere, que no valga y vaya  pase a poder de cualquier sino con esta carga adquiera derecho por ningún transcurso del tiempo y así mismo me obligo a entregarte los títulos y ¿certificados? de cómo fue dueño la Luisa de Ortega. (…) Las Palmas, isla de Gran Canaria, a veinte días del mes de julio de mil y seiscientos y setenta y nueve años" (AHPLP.1, exp. 55).

No sabemos si Luisa de Ortega Colombo ostenta tal apellido materno al encontrarse entre sus antepasados Pedro Colombo, documentado peón en las tropas del conquistador Armas según Viana (Cebrián, p. 171), o bien el genovés Ambrosio Colombo que de mercader estante en 1519 (AHPLP.3, f. 240v.), pasó a mercader vecino en 1527 (AHPLP.4, f. 58v.) adquiriendo posesiones en tierras y casas por toda la isla. 

Lo que sí sabemos es que tuvo que ser una mujer bastante peculiar dado que pasó a la historia como "La Colomba", quizás, no tanto por méritos propios, sino por deméritos como el que motivó los autos que el monasterio de bernardas de Las Palmas de Gran Canaria inició contra sus propiedades en 1693 por el impago de un censo (AHPLP.2, exp. 477).

Entre estas posesiones del Valle de los Nueve quizás se encontraban las tierras que todavía hoy conforman el pago teldense de La Colomba dado que, por aquel entonces, el topónimo Valle de los Nueve encuadraba una amplia zona entre El Ejido y Los Mocanes (hoy Valsequillo). Así se desprende de las fuentes documentales como, por ejemplo, la de imposición de un censo enfitéutico de 26 de marzo de 1598 sobre tierras en La Vega de los Mocanes y el Lomo Fregenal que hace Marcos de León a favor Sebastián del Castillo, tierras "que lindan por la parte de hacia Agüimes con el barranco del Valle de los Nueve" (AHPLP.5, ff. 44r.-49v.), tramo del barranco que hoy conocemos como Castillo y La Colomba.


REFERENCIAS

AHPLP.1. Conventos. Convento de san Pedro mártir. Las Palmas de Gran Canaria. 1510-1836.

AHPLP.2. Conventos. Convento de la Concepción. Orden de san Bernardo. Las Palmas de Gran Canaria. 1532-1836.

AHPLP.3. Protocolos Notariales. Escribano Cristóbal de San Clemente. Las Palmas de Gran Canarias. 1518-1519.

AHPLP.4. Protocolos Notariales. Escribano Hernando de Padilla. Las Palmas de Gran Canaria. 1527.

AHPLP.5. Protocolos Notariales. Escribano Bernardino de Palenzuela Jiménez. Las Palmas de Gran Canaria. 1568-1588.

Cebrián Latasa, J. A. (2003). Ensayo para un diccionario de conquistadores de Canarias. Gobierno de Canarias. Consejería de educación, cultura y deportes. Viceconsejería de cultura y deportes. Dirección general de cultura. Santa Cruz de Tenerife.

Hernández Benítez, P. (1958). Telde, sus valores arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos. Talleres tipográficos de imprenta Telde. Telde.

24 julio 2025

DE CUANDO SAN DIEGO ESTUVO EN MELENARA

Talla relicario de San Diego de Alcalá de su ermita en Betancuria
Fotografía del autor en su exposición en la Catedral recién restaurada (2023)

“Ofrecióse el Capitán Cabrera pasar á Canaria por la vía del comercio, é instado por San Diego á querer pasar él también á Canaria, le advertía del peligro. Dieron vista á Canaria por la Isleta y fueron a surgir a Melenara, frontero de Telde, y tiénese en Canaria por evidencia que San Diego estuvo allí, en la cueva de esta playa, que yo he visto y he estado dentro, la pisó el Santo y esperó en ella por más de tres horas el aviso del Rey de Telde, que los mandó salir de la tierra porque supo venía fraile allí, y añadió el Rey Canario que no esperase otra respuesta que las armas y disgustado contra su voluntad salió de Canaria. Oílo decir a los antiguos que San Diego estuvo en Canaria” (Marín, f. 82).

Es curiosa esta aseveración que Marín de Cubas hace en 1694 fiado de la tradición oral. Teniendo en cuenta las características del autor, sin embargo, no sabemos si su relato no es más que una mixtificación de lo que realmente recoge la biografía oficial del santo escrita por fray Antonio Rojo en 1663. En cuanto a los deseos del mismo de evangelizar la isla de Canaria (Gran Canaria), narra que ni siquiera pudo desembarcar en ella porque fuertes vientes contrarios dieron con la expedición nuevamente en Fuerteventura, hecho que el santo interpretó "como voluntad de Dios que le juzgaba indigno del martirio" (Rojo, pp. 97-98). 

En 1725, otro autor franciscano, fray Eusebio González, también recoge el fuerte deseo de san Diego de evangelizar hasta el martirio, si hiciera falta, en la isla de Gran Canaria, aduciendo no al mal tiempo sino a que el propio capitán del barco en el que iba así como sus frailes acompañantes se conjuraron para regresar a Fuerteventura sin darle oportunidad de desembarcar en Canaria, muy a su pesar, dada la peligrosidad de los canarios por ellos conocida (González, p. 325).

Así que, si san Diego estuvo en Telde o no, solo podemos creerlo si tomamos como certero a Marín de Cubas lo que, por otro lado, parece que no hizo el propio Viera y Clavijo cuando en 1772 narra los mismos deseos infructuosos de san Diego por evangelizar Canaria aún a costa de ser martirizado como sus antecesores en la misión (Viera, pp. 442-443) siguiendo la versión de González antedicha. Por cierto, a colación de estos antecesores, bien podrían ser aquellos que en torno a 1424, con la expedición del luso Fernando de Castro, fueron lanzados al mar desde el Salto del Castellano (Alonso, pp. 43-49).

Es una lástima que Marín no especifique si entre los antiguos a los que les ha oído que san Diego estuvo en Melenara se encontraban los propios frailes del convento teldense con quienes, además, aprendió las primeras letras y mantuvo trato frecuente. Sin embargo, su vehemencia a la hora de afirmar que él mismo estuvo en la cueva donde los aborígenes hicieron esperar al santo muestra que esta era un lugar señalado y marcado en la memoria de sus coetáneos.

Melenara en la década de los 60-70 del s. XX (FEDAC)
Pueden observarse las antiguas casas que ya existían

Teniendo en cuenta la orografía de la playa de Melenara y su transformación antrópica, las cuevas que pudieron existir en el cantil que se eleva en su zona norte, sobre la cual radica la actual avenida hacia Taliarte, fueron pasto de la construcción de los edificios modernos. Sólo queda una pequeña casa centenaria construida junto al risco (c/ Luis Morote, 49).

Antigua casa pegada al cantil de Melenara que aún pervive (Google Maps)

Es cierto que por Melenara se conocía a todo el cabo de la costa teldense que también acoge la zona actual de Taliarte y la Baja de Melenara. Así, otras posibles cuevas que pudieron acoger al santo pueden ser las que ya están más inmediatas al mencionado puerto donde, además, se conserva el topónimo de “Las Cuevas” por las que allí se siguen encontrando, una de ellas horadada en los riscos en la misma orilla del mar, cerca de la cala de Taliarte, y otras ya en la misma zona portuaria bajo el faro. De ser en estas cuevas donde estuvo san Diego, quizás fuera él quien trajo consigo la imagen de la Virgen que allí dejara, entroncando con la leyenda de la Virgen Blanca, llevaba al convento franciscano de Telde tras ser encontrada "en una cueva del Castellano”, que justo refiere a dichas cuevas y lugar (Hernández, p. 175).

Mapa topográfico de la Baja de Melenara y La Cuevas (GRAFCAN)

Al fin y cabo, esta idea no es descabellada porque, precisamente, el quehacer misionero de los franciscanos en Canarias partía siempre de la erección de pequeños oratorios en las costas de las islas desde los cuales ir ganando el favor de la población aborigen para adentrarse y asentarse definitivamente en la isla (García, pp. 20-21). Quizás, estos primeros pasos de una nueva incursión misionera y franciscana desde la costa teldense es lo que sustentaba la tradición oral de la que fue partícipe Marín de Cubas.

En este sentido, quién sabe si en otra intentona, por el poniente, en la actual Aldea de San Nicolás de Tolentino, también en una cueva de su playa, dejara la imagen de San Nicolás el mismo santo que, aunque conocemos a posteriori como “del Alcalá” por ser la localidad donde murió, se llamaba “de San Nicolás” por haber nacido en la localidad sevillana de San Nicolás de Puerto. Serían luego los misioneros agustinos llegados con Alonso de Lugo quienes desde Agaete o desde la vecina Tenerife (zona de Güimar-Candelaria) evangelizarían la zona y cambiando la advocación al santo agustino desde la del obispo de Mira pues, no hay que olvidarlo, la ermita cavernícola primigenia de La Aldea data con anterioridad a la canonización de San Nicolas de Tolentino (5 de junio de 1446 por el papa Eugenio IV) por lo que sería imposible haberla intitulado así. Precisamente, a la familia de los marqueses de Villanueva del Prado, los Nava y Grimón (naturales de Tenerife y protectores de la orden agustina en la isla) debemos la edificación de la iglesia aldeana en su actual emplazamiento a partir de 1700 (Suárez, p. 132).

Sería bueno que se retomara entre los teldenses la devoción a san Diego de Alcalá quien, tras su canonización en 1588, fue propuesto sin éxito como patrono del archipiélago, dio nombre a la provincia franciscana de Canarias y fue honrado por la diócesis de Canarias decretando su día, 13 de noviembre, como fiesta de precepto (conmemoración hoy olvidada). Del mismo modo, en el cenobio minorita teldense su imagen comenzó a procesionar junto a la de san Francisco de Asís hasta bien entrado el siglo XX.

Procesión de San Francisco, Santa Rita y San Diego (en primer lugar)
bajando por la calle Carlos Eusebio Navarro hacia la de Tres Casas (FEDAC)

A quien, cosas de nuestra historia, bien pudo recorrer las arenas de Melenara entre los años 1441 y 1450 preocupado por el bienestar de los canarios (García, p. 31), bien podría recordársele con una pequeña imagen suya al término de la calle Luis Morote e inicio del muelle de Melenara, lugar que tan bien se presta para serlo de memoria de este hito histórico.


REFERENCIAS:

Alonso Morales, E. C. (2023). Vida del bienaventurado Jehan Le Verrier, capellán de Jehan de Béthencourt y fervoroso apóstol evangelizador de las ínsulas de Canaria en el primer cuarto del siglo XV, deán y coadjutor del obispo de la diócesis rubicense. Imprenta online S. L. U. Zaragoza – Telde.

García Oro, J. (2003). “La misión franciscana en Canarias. La conciencia misionera de la Iglesia Moderna resucita en Canarias” en Tebeto. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, núm. 16, pp. 13-48.

González de Torres, E. (1725). Chrónica seraphica, dedicada a N. Rmo. P. Fray Juan de Soto, Comissario General de toda la Orden de N. P. S. Francisco en esta Familia Cismontada, y de las Indias, &c. Sexta Parte. Imprenta de la viuda de Juan García Infançón. Madrid.

Hernández Benítez, P. (1958). Telde, sus valores arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos. Talleres tipográficos de imprenta Telde. Telde.

Marín de Cubas, T. (1993 [1694]). Historia de las siete islas de Canaria. Canarias clásica. La Laguna.

Rojo, A. (1663). Historia de San Diego de Alcalá, fundación y frutos de santidad que ha producido su convento de Santa María de Jesús de la Orden de N. P. S. Francisco de la Observancia de la Santa Provincia de Castilla. Imprenta Real. Madrid.

Suárez Moreno, F. (1999). La Historia de la Aldea de San Nicolás. Ayuntamiento de la La Aldea de San Nicolás. Cabildo de Gran Canaria. Centro de la Cultura Popular Canaria.

Viera y Clavijo, J. (1772). Noticias de la historia general de las islas de Canaria (…). Tomo Primero. Imprenta de Blas Román. Madrid.

18 junio 2025

TELDE, CIUDAD DEL POZO

Pozo de Fiol (Carta Etnográfica FEDAC)

Al inicio de la década de los ochenta del siglo XX, el entonces Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria decidió encargar a la empresa INTECSA (Internacional de Ingeniería y Estudios Técnicos S. A.) un detallado inventario sobre los pozos, galerias y catas existentes en la isla. Dentro del proyecto MAC-21, fueron inventariados mediante la visita de los técnicos que se preocupaban por localizar a los dueños, hablar con los maquinistas, vecinos, etc., para conseguir medir la profundidad, realizar catas y comprobaciones de la salubridad del agua, etc.

En el tomo que se ocupa del municipio de Telde (y que pueden consultar aquí) podemos encontrar bastantes datos, no solo para la historia hidráulica de nuestro municipio, sino también sobre las personas "aguatenientes", las principales zonas de cultivo y demás explotaciones agrarias. 

Si tenemos en cuenta las "fechas de concesión" notaremos, enseguida, bien la lucha diaria por arrancar el alimento a la tierra en tiempos de la autarquía de la década de los cuarenta y cincuenta (posguerra), bien el auge de nuevas fincas y plantaciones con el desarrollismo económico propio ya de los sesenta del s. XX.

Por otro lado, además, si atendemos a la "localización" podemos contrastar cómo hay topónimos propios de nuestro municipio que habiendo caído en desuso corren el peligro de desaparecer para siempre al ser fagocitados por el topónimo de entidades de población más numerosa cercanos.  Sirva también para esta publicación para rememorarlo y evitar su olvido.

Aquí van unas tablas-resumen del tomo aludido para facilitar su consulta. En cuanto a los/as "aguatenientes", he recogido solo al primer propietario, por aquello de lo histórico, pudiéndose comprobar en el inventario los/as que lo eran en 1981 y, quién sabe, todavía actualmente.









REFERENCIAS:

FEDAC. Carta etnográfica. Ficha 06176 en https://fichacarta.fedac.org/fichas/6176 (consultado el 3/06/2025).

INTECSA (1981). Inventario de obras de captación y almacenamiento de agua en la isla de Gran Canaria. Obras de captación. Nivel 1. Zona 1. Tno. Mcpal. Las Palmas de Gran Canaria. Telde. Pozos nº del 1001 al 1036. Ecxmo. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria en https://mdc.ulpgc.es/files/original/c83148567a2fe52cca0eb5ea7d39b37968888986.pdf (consultado el 1/06/2025).

03 mayo 2025

DE LA APARICIÓN DE LA SANTA CRUZ EN NUESTRA CIUDAD

Santa Cruz de El Alcaravanal de Telde (1938) - Fotografía del autor (2018)
(con mi gratitud a Dª Fátima Ascanio Panyasart, hermana del marqués del Muni)

“Sobre la aparición de una cruz en la ciudad de Telde
Durante la tarde del sábado, corrió por la ciudad el rumor que en la ciudad de Telde había aparecido en el tronco de un pino, que unos obreros habían cortado, una cruz, y que el hallazgo había causado general curiosidad.
Se decía que los obreros que se dedicaban a cortar el grueso tronco, al llegar al corazón del mismo, la sierra no funcionaba, y probándolo hasta tres veces, decidieron abrirlo por medio de cuñas, quedando estupefactos al encontrarse en el mismo corazón del tronco, perfectamente dibujado, el signo de la redención.
Guiados por la curiosidad, ayer acudimos a la ciudad de Telde, y efectivamente, en la finca de la señorita de León y Castillo, en el barrio de San Antonio, pudimos apreciar en cada uno de los dos trozos del pino, perfectamente dibujada, una cruz de color oscuro, más visible en una mitad que en la otra.
Durante todo el día de ayer la asistencia de público no sólo de Telde, sino de los pueblos cercanos y de Las Palmas, fue extraordinaria, constituyendo una verdadera romería, quedando todos admirados del prodigio, incluso muchos sacerdotes.
Nosotros oímos muchísimos y muy variados comentarios sobre la aparición de la Cruz, pero no creemos conveniente dar a la publicidad, esperando a que las autoridades competentes en la materia den su opinión sobre el asunto” (“Diario de Las Palmas”, 25/04/1938, p. 5).

Las nuevas generaciones desconocen que el jueves 21 de abril de 1938, jueves de la octava de Pascua, unos trabajadores de la finca de la marquesa del Muni situada en El Alcaravanal, en el camino a La Pardilla, encontraron en el interior del tronco del árbol que aserraban una gran marca en forma de cruz latina. Esta historia es la que siempre contó mi abuelo paterno, Expedito Alonso León, manteniendo con auténtica fe la versión que relató en su momento al periódico, incluso, al confrontarlo con mis dudas sobre si tal señal no serían sino las marcas de las cuñas usadas que, seguramente, dilataron aplicándole fuego para fracturar con mayor celeridad el tronco (de ahí el color negro de una de las cruces).

De izquierda a derecha, Nicolás Hernández Pulido, Paulino Hernández Pulido,
Antonio Henríquez González y mi abuelo paterno, Expedito Alonso León
(Fuente: "La Provincia", 26/04/1938, p. 3)

En el lugar conocido por “El Alcarabanal”, en Telde, aparece en un árbol el signo de la cruz, lo que ha causado curiosidad entre el vecindario.
El domingo, la afluencia de gente a dicho lugar fué enorme.
Una enorme multitud acudió el domingo a la ciudad de Telde a causa de los insistentes humores [sic] que corrieron sobre la aparición de una cruz en el troco [sic] de un árbol de la finca propiedad de la señorita Dolores de León y Castillo, enclavada en el sitio conocido por “El Alcaravanal”.
Y como es natural nosotros también acudimos a comprobar la veracidad de los rumores. Vimos, como el numeroso público allí estancionado [sic], el signo de la cruz perfectamente dibujado en un pedazo del tronco de un árbol, que según nos manifestaron es un pino marino. Los comentarios sobre el mismo ha sido muy variados, pero nosotros nos vamos a limitar a transcribir lo que nos manifestó el mayordomo de la finca, Expedito Alonso León. He aquí lo que nos dijo.
“El jueves pasado, a eso de las once, me encontraba talando este pino marino que ustedes ven, con el trabajador de la finca Manuel Peña Sánchez. La operación de serrar el árbol se llevó a efecto sin inconvenientes hasta más de la mitad del tronco. De pronto notamos que la sierra resbalaba como si hubiera encontrado un trozo de metal o algo que es imposible cortar con aquella sierra.
Como habíamos hecho en varias ocasiones procedimos a colocar unas cuñas para facilitar el corte. En este preciso momento llegaron Antonio Henríquez González y Pedro y Nicolás Hernández Pulido, los que también trabajaron con el fin de pasar con la sierra este tronco que oponía dura resistencia.
Sin lograr, como nosotros, su propósito.
Entonces, apretamos las cuñas con alguna violencia saltando por este motivo un trozo de árbol que cayó a nuestros pies. Cuando lo recogimos para retirarlo vimos, con la consiguiente sorpresa, que en el mismo aparecía en negro una cruz de unos veinte centímetros de alto por unos ocho o diez de ancho. La noticia corrió inmediatamente por la ciudad de Telde acudiendo a los pocos momentos tal cantidad de gente que tuvimos que colocar el trozo de árbol en una habitación, a fin de que pudiera ser visto por el público con más facilidad”.
Esto fue lo que nos contó Expedito Alonso León. Por nuestra parte solo nos queda que decir que el domingo vimos llegar numerosos automóviles de Las Palmas, en los que viajaban personas conocidísimas” (“La Provincia”, 26/04/1938, p. 3).

Multitud de curiosos en el lugar el domingo 24 de abril de 1938
(Fuente: "La Provincia", 26/04/1938, p. 3)

De la afluencia de gente al lugar en automóviles, debo añadir que una prima hermana de mi madre, la entrañable vecina de San Juan Dª Carmita Morales Morales (+ 2008), siempre nos contó que “el cura estaba bastante preocupado por lo que todo el mundo manifestaba” (bastante incrédulo) y que pronto llegó “un camión lleno de militares a ver qué estaba pasando”. No en vano, en plena contienda civil española, es de suponer que aquellas multitudes debían ser vigiladas por los actos que pudieran derivarse de tal encuentro.

Desde 1938 en adelante, las romerías han continuado aunque ya no sean tan numerosas. Raro es el año en que un pequeño grupo de romeros, generalmente vecinos de San Antonio y La Pardilla, no celebren el día de la Cruz (3 de mayo) en el lugar que quedó rebautizado desde entonces como "Finca de la Cruz". Ataviados con nuestra vestimenta tradicional llegaban con tocadores y cestas para el enyesque festivo. Si esta celebración se ha podido seguir haciendo, ha sido gracias a la bondad de la familia de los marqueses del Muni que permiten acceder a su propiedad. De hecho, esta misma familia levantó un pequeño y original oratorio neocanario en el que, en sendas hornacinas acristaladas, pueden admirarse los dos trozos del tronco que siguen siendo testigos de aquella Telde de antaño.

En honor a la honestidad de mi abuelo -estoy seguro de que habría reconocido la invención de serlo-, y ante la ausencia de un análisis pormenorizado y químico de las marcas en ambos trozos del tronco, me atreví a proponer otras posibles causas a tal hallazgo. Así, bien pudo ser que en el pasado alguien grabara una cruz o incrustara alguna sobre el tronco y éste, al crecer e ir engrosando, la terminara absorbiendo cual cicatriz. Al encontrarse el lugar en la entrada natural desde su puerto al núcleo fundacional de la actual ciudad, bien pudieron ser los hacedores de este "prodigio" antiguos misioneros de entre los que llegaron a la isla desde el s. XIV (Alonso, p. 28).


REFERENCIAS

Alonso Morales, E. C. (2018). "Acerca del puerto de Telde, de cuando la Historia atracó en nuestra ciudad" en Guía Histórico Cultural de la Ciudad de Telde, núm. 27, pp. 25-30.

"Diario de Las Palmas", 25/04/1938.

"La Provincia", 26/04/1938.