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24 julio 2025

DE CUANDO SAN DIEGO ESTUVO EN MELENARA

Talla relicario de San Diego de Alcalá de su ermita en Betancuria
Fotografía del autor en su exposición en la Catedral recién restaurada (2023)

“Ofrecióse el Capitán Cabrera pasar á Canaria por la vía del comercio, é instado por San Diego á querer pasar él también á Canaria, le advertía del peligro. Dieron vista á Canaria por la Isleta y fueron a surgir a Melenara, frontero de Telde, y tiénese en Canaria por evidencia que San Diego estuvo allí, en la cueva de esta playa, que yo he visto y he estado dentro, la pisó el Santo y esperó en ella por más de tres horas el aviso del Rey de Telde, que los mandó salir de la tierra porque supo venía fraile allí, y añadió el Rey Canario que no esperase otra respuesta que las armas y disgustado contra su voluntad salió de Canaria. Oílo decir a los antiguos que San Diego estuvo en Canaria” (Marín, f. 82).

Es curiosa esta aseveración que Marín de Cubas hace en 1694 fiado de la tradición oral. Teniendo en cuenta las características del autor, sin embargo, no sabemos si su relato no es más que una mixtificación de lo que realmente recoge la biografía oficial del santo escrita por fray Antonio Rojo en 1663. En cuanto a los deseos del mismo de evangelizar la isla de Canaria (Gran Canaria), narra que ni siquiera pudo desembarcar en ella porque fuertes vientes contrarios dieron con la expedición nuevamente en Fuerteventura, hecho que el santo interpretó "como voluntad de Dios que le juzgaba indigno del martirio" (Rojo, pp. 97-98). 

En 1725, otro autor franciscano, fray Eusebio González, también recoge el fuerte deseo de san Diego de evangelizar hasta el martirio, si hiciera falta, en la isla de Gran Canaria, aduciendo no al mal tiempo sino a que el propio capitán del barco en el que iba así como sus frailes acompañantes se conjuraron para regresar a Fuerteventura sin darle oportunidad de desembarcar en Canaria, muy a su pesar, dada la peligrosidad de los canarios por ellos conocida (González, p. 325).

Así que, si san Diego estuvo en Telde o no, solo podemos creerlo si tomamos como certero a Marín de Cubas lo que, por otro lado, parece que no hizo el propio Viera y Clavijo cuando en 1772 narra los mismos deseos infructuosos de san Diego por evangelizar Canaria aún a costa de ser martirizado como sus antecesores en la misión (Viera, pp. 442-443) siguiendo la versión de González antedicha. Por cierto, a colación de estos antecesores, bien podrían ser aquellos que en torno a 1424, con la expedición del luso Fernando de Castro, fueron lanzados al mar desde el Salto del Castellano (Alonso, pp. 43-49).

Es una lástima que Marín no especifique si entre los antiguos a los que les ha oído que san Diego estuvo en Melenara se encontraban los propios frailes del convento teldense con quienes, además, aprendió las primeras letras y mantuvo trato frecuente. Sin embargo, su vehemencia a la hora de afirmar que él mismo estuvo en la cueva donde los aborígenes hicieron esperar al santo muestra que esta era un lugar señalado y marcado en la memoria de sus coetáneos.

Melenara en la década de los 60-70 del s. XX (FEDAC)
Pueden observarse las antiguas casas que ya existían

Teniendo en cuenta la orografía de la playa de Melenara y su transformación antrópica, las cuevas que pudieron existir en el cantil que se eleva en su zona norte, sobre la cual radica la actual avenida hacia Taliarte, fueron pasto de la construcción de los edificios modernos. Sólo queda una pequeña casa centenaria construida junto al risco (c/ Luis Morote, 49).

Antigua casa pegada al cantil de Melenara que aún pervive (Google Maps)

Es cierto que por Melenara se conocía a todo el cabo de la costa teldense que también acoge la zona actual de Taliarte y la Baja de Melenara. Así, otras posibles cuevas que pudieron acoger al santo pueden ser las que ya están más inmediatas al mencionado puerto donde, además, se conserva el topónimo de “Las Cuevas” por las que allí se siguen encontrando, una de ellas horadada en los riscos en la misma orilla del mar, cerca de la cala de Taliarte, y otras ya en la misma zona portuaria bajo el faro. De ser en estas cuevas donde estuvo san Diego, quizás fuera él quien trajo consigo la imagen de la Virgen que allí dejara, entroncando con la leyenda de la Virgen Blanca, llevaba al convento franciscano de Telde tras ser encontrada "en una cueva del Castellano”, que justo refiere a dichas cuevas y lugar (Hernández, p. 175).

Mapa topográfico de la Baja de Melenara y La Cuevas (GRAFCAN)

Al fin y cabo, esta idea no es descabellada porque, precisamente, el quehacer misionero de los franciscanos en Canarias partía siempre de la erección de pequeños oratorios en las costas de las islas desde los cuales ir ganando el favor de la población aborigen para adentrarse y asentarse definitivamente en la isla (García, pp. 20-21). Quizás, estos primeros pasos de una nueva incursión misionera y franciscana desde la costa teldense es lo que sustentaba la tradición oral de la que fue partícipe Marín de Cubas.

En este sentido, quién sabe si en otra intentona, por el poniente, en la actual Aldea de San Nicolás de Tolentino, también en una cueva de su playa, dejara la imagen de San Nicolás el mismo santo que, aunque conocemos a posteriori como “del Alcalá” por ser la localidad donde murió, se llamaba “de San Nicolás” por haber nacido en la localidad sevillana de San Nicolás de Puerto. Serían luego los misioneros agustinos llegados con Alonso de Lugo quienes desde Agaete o desde la vecina Tenerife (zona de Güimar-Candelaria) evangelizarían la zona y cambiando la advocación al santo agustino desde la del obispo de Mira pues, no hay que olvidarlo, la ermita cavernícola primigenia de La Aldea data con anterioridad a la canonización de San Nicolas de Tolentino (5 de junio de 1446 por el papa Eugenio IV) por lo que sería imposible haberla intitulado así. Precisamente, a la familia de los marqueses de Villanueva del Prado, los Nava y Grimón (naturales de Tenerife y protectores de la orden agustina en la isla) debemos la edificación de la iglesia aldeana en su actual emplazamiento a partir de 1700 (Suárez, p. 132).

Sería bueno que se retomara entre los teldenses la devoción a san Diego de Alcalá quien, tras su canonización en 1588, fue propuesto sin éxito como patrono del archipiélago, dio nombre a la provincia franciscana de Canarias y fue honrado por la diócesis de Canarias decretando su día, 13 de noviembre, como fiesta de precepto (conmemoración hoy olvidada). Del mismo modo, en el cenobio minorita teldense su imagen comenzó a procesionar junto a la de san Francisco de Asís hasta bien entrado el siglo XX.

Procesión de San Francisco, Santa Rita y San Diego (en primer lugar)
bajando por la calle Carlos Eusebio Navarro hacia la de Tres Casas (FEDAC)

A quien, cosas de nuestra historia, bien pudo recorrer las arenas de Melenara entre los años 1441 y 1450 preocupado por el bienestar de los canarios (García, p. 31), bien podría recordársele con una pequeña imagen suya al término de la calle Luis Morote e inicio del muelle de Melenara, lugar que tan bien se presta para serlo de memoria de este hito histórico.


REFERENCIAS:

Alonso Morales, E. C. (2023). Vida del bienaventurado Jehan Le Verrier, capellán de Jehan de Béthencourt y fervoroso apóstol evangelizador de las ínsulas de Canaria en el primer cuarto del siglo XV, deán y coadjutor del obispo de la diócesis rubicense. Imprenta online S. L. U. Zaragoza – Telde.

García Oro, J. (2003). “La misión franciscana en Canarias. La conciencia misionera de la Iglesia Moderna resucita en Canarias” en Tebeto. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, núm. 16, pp. 13-48.

González de Torres, E. (1725). Chrónica seraphica, dedicada a N. Rmo. P. Fray Juan de Soto, Comissario General de toda la Orden de N. P. S. Francisco en esta Familia Cismontada, y de las Indias, &c. Sexta Parte. Imprenta de la viuda de Juan García Infançón. Madrid.

Hernández Benítez, P. (1958). Telde, sus valores arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos. Talleres tipográficos de imprenta Telde. Telde.

Marín de Cubas, T. (1993 [1694]). Historia de las siete islas de Canaria. Canarias clásica. La Laguna.

Rojo, A. (1663). Historia de San Diego de Alcalá, fundación y frutos de santidad que ha producido su convento de Santa María de Jesús de la Orden de N. P. S. Francisco de la Observancia de la Santa Provincia de Castilla. Imprenta Real. Madrid.

Suárez Moreno, F. (1999). La Historia de la Aldea de San Nicolás. Ayuntamiento de la La Aldea de San Nicolás. Cabildo de Gran Canaria. Centro de la Cultura Popular Canaria.

Viera y Clavijo, J. (1772). Noticias de la historia general de las islas de Canaria (…). Tomo Primero. Imprenta de Blas Román. Madrid.

16 noviembre 2024

DE NÁUFRAGOS Y PRIMEROS AUXILIOS

Vista panorámica de la costa teldense (c. 1920) (FEDAC)

Desde hace algunos años, el cronista oficial de la vecina Villa de Ingenio, don Rafael Sánchez Valerón, ha venido contribuyendo a la historia canaria con una serie de artículos de investigación sobre los diversos naufragios que han acontecido en la costa teldense. Me permito aportarle la crónica de uno que no ha advertido en su encomiable labor. 

«En la prensa de las Palmas de la Gran Canaria hallamos los siguientes pormenores respecto a la pérdida del bergantín francés S. Chrysostome:
«Una lamentable desgracia tenemos hoy que comunicar a nuestros abonados. Un bergantín francés denominado S. Chrysostome, acaba de perderse al Sur de esta isla en las inmediaciones de la punta de Melenara.
Este buque salió de Marsella el 28 de Noviembre último, con cargamento de mercaderías, entre otras, aceite, abono químico y velas esteáricas, con destino a Moule (isla de Guadalupe). A las ocho de la noche del sábado 18 del actual, pasaba frente al puerto de Las Palmas con dirección al Sur. La noche se hallaba completamente oscura, y guiándose en sus cálculos por el faro, creyeron equivocadamente que se encontraban a cinco millas distante de tierra, cuando a las diez y cuarenta y cinco minutos chocó contra unas rocas por el sitio ya dicho, próximo a la costa, y se abrió, sumergiéndose en breves momentos.
Cuál sería la confusión y el pánico que se apoderó de los diez individuos que componían la tripulación, ya pueden suponerlo nuestros lectores. En los instantes mismos del siniestro, cuando el capitán Goat trataba de procurar la salvación de su gente, un banco de mar se lo lleva sepultándolo con él. Eran las doce de la noche y el buque ya había desaparecido. Los tripulantes trataron de salvarse y seis pudieron llegar a una roca donde por mucho tiempo tuvieron que luchar con la violencia de las olas, en cuya lucha perecieron dos de los seis refugiados. Al fin los cuatro restantes se lanzaron buscando tierra, que felizmente la encontraron salvándose uno de ellos en un bote de pescadores.
El mal estado en que se hallaban estos desgraciados náufragos, hizo que se les condujera al hospital de esta ciudad, después de habérseles prodigado cuantos auxilios fue posible en la jurisdicción de Telde, encontrándose ya en disposición de marchar a su país, que, según hemos oído, lo harán en el vapor francés surto en nuestra rada» («El Globo», 2/01/1876, p. 3).

Hospital San Pedro Mártir de Telde (FEDAC) 

Los auxilios en la jurisdicción de Telde referidos por la noticia fueron posibles de la mano del médico don Vicente Ruano Urquía que desde 1870 ocupaba la plaza de médico titular de nuestra ciudad (Bosch, p. 30). No pasaron de ser primeros auxilios pues el ingreso de los náufragos debió hacerse en el hospital de San Martín de la capital al que el de San Pedro Mártir de Telde había quedado agregado por ruina e inoperancia desde el 24 de noviembre de 1837 (Bosch, p. 23). 

Retrato del doctor Vicente Ruano Urquía (Cumbre, p. 1)

Del agüimense don Vicente Ruano Urquía (1852-1924) conocemos que «estudió la segunda enseñanza en Las Palmas y después, en Madrid, la licenciatura de Medicina y Cirugía, donde se especializó en enfermedades de la piel. En dicha especialidad fue alumno del renombrado profesor del Hospital de San Juan de Dios, doctor Olavides. Terminado sus estudios vino a Canarias.
La primera ocasión que se le presentó de ejercer su profesión fue en Telde, donde el Padre de Don Vicente Ruano era Notario. Obtuvo inmediatamente la plaza de Médico titular de aquella Ciudad, cargo que ejerció hasta que se trasladó a Las Palmas en 1884.
Vino impulsado por la fama de buen médico que había adquirido en Telde, cosa que confirmó aquí entre sus compañeros. Fue durante muchos años director del Hospital de San Lázaro en donde dejó un recuerdo imborrable, el mismo que aún se conserva entre muchas familias de Las Palmas. Fue el primer cirujano que aquí extrajo el «apéndice». Obtuvo también los cargos de Subdelegado de Medicina e Inspector Municipal de Sanidad. Varias memorias que redactó sobre temas profesionales, se han conservado impresas por lo valiosas que fueron en auxilio de la sanidad de la Capital y la Isla.
Fue notable su labor al frente del Museo Canario, que entonces se convierte en centro donde las frecuentes conferencias dieron vida e interés a la institución» (Cumbre, pp. 1-4).


REFERENCIAS

Bosch Millares, J. (1952). «Hospitales de Gran Canaria: el hospital de curación de la ciudad de Telde» en El Museo Canario, núm. 52, pp. 1-30.

Cumbre (1955). «Don Vicente Ruano Urquía» en Serie de 100 canarios ilustres, núm. 55, pp. 1-4. https://mdc.ulpgc.es/files/original/0a94b83aad2d6dee0f951ed2185dc61243d63e65.pdf [consultado el 14/11/24].

«El Globo», 2/01/1876.

Sánchez Valerón, R. (2024). Recopilación de naufragios en la costa de Telde https://grandio.org/Valeron/Recopilacion_de_Naufragios_en_la%20Costa_de_Telde.pdf [consultado el 16/11/24].