26 octubre 2025

CON PIEDAD Y MISERICORDIA

El Barranco de los Ríos de Telde "corriendo" bajo el acueducto de Las Longueras
en torno los años cincuenta del siglo XX (FEDAC)

Así, como reza el título, pedían nuestros mayores que lloviera sabedores de la necesidad siempre acuciante del agua para el riego de sus cercados pero, también, temerosos de que la combinación de lluvias torrenciales y vientos tempestuosos trocarían tal beneficio en desgracia.

Hace ya 146 años, la isla sufrió un gran temporal de fuertes tormentas con gran aparato eléctrico que afectaron, no solo a los cultivos, sino también a infraestructuras como carreteras y puentes. Entre otras, quedó impracticable la carretera de nuestra ciudad a la capital de la isla que había sido inaugurada trece años antes. No en vano, Telde fue una de las comarcas más perjudicadas por el aluvión según nos descubren las fuentes.

El temporal que asoló las islas en la última semana del mes de octubre de 1879 no estuvo acompañado por fuertes vientos pero, sin embargo, las grandes riadas y avenidas de agua por los barrancos que provocó cegaron la vida de cuatro niñas en Santa Brígida, más allá de las pérdidas económicas y miseria de las familias que se vieron sin el sustento de sus cultivos arrasados, cultivos como los de la cochinilla o grana para la pujante industria tintorera y textil.

Tras un estudio de diversas fuentes periodísticas de la época, podemos observar que todas reseñan lo acontecido a partir de la reseña escrita remitida por igual a todos por parte del corresponsal isleño. A partir de la misma, cada periódico, según su línea ideológica, suprimía o añadía parte de la noticia. De esta manera, llama la atención que solo uno de ellos haga referencia a las víctimas mortales, prefiriendo el resto centrarse en la debacle económica que significaría para la economía isleña del momento.

“Las Palmas (Canarias) 22.
Desgarrador es el cuadro que presenta la isla con motivo de las terribles lluvias que, cual asoladora plaga, se nos han venido encima. Por toras partes desolación, lamentos, ruinas irreparables.
No es solo en Telde donde ha causado daños de inmensa consideración; también Tafira, Tamaraceite, Tenoya; Arucas, Guía, Gáldar, Agaete y Las Palmas han tenido su parte, y no pequeña, de incalculables desastres.
Casi todas las fincas situadas en las vertientes de montañas y en el cauce de los barrancos han desaparecido o quedado inservibles por largo tiempo.
Propiedades, en general destruidas, frutos perdidos, plantaciones arrasadas, árboles tronchados y arrastrados luego al mar por el ímpetu de las aguas en desbordados torrentes que se precipitaban por las vertientes de los montes.
Toda la cochinilla que las primeras aguas habían dejado desprendida sobre los nopales, han venido las últimas a arrebatarlas, y con ella el alimento de centenares de familias. En Telde, Arucas, Guía y Gáldar no ha quedado ninguna grana.
La carretera de Telde, rota y hundida en varios sitios, la de Tafira en su parte inmediata a esta ciudad con un puente destrozado; la de Arucas con otro en Tamaraceite, que se ha venido al suelo.
En la vega, según se nos informa, cuatro niñas que se acogieron al resguardo de una montaña cuando empezó allí el temporal, fueron arrastradas por las aguas, y perecieron; el lunes por la noche se desplomaron dos casas en el risco de San Lorenzo, de esta ciudad.
Las pérdidas son de todo punto incalculables hasta que se reciban datos fijos y se sepa la suerte que ha cabido a los demás pueblos de la isla, de los cuales aún no se ha tenido conocimiento, pero se pueden evaluar por el pronto en unos cuatrocientos mil duros”. “Gaceta universal”, 30/10/1879, p. 3.


“Hoy recibimos el correo de Canarias y por él vemos que también allí se han sentido desgracias por fuertes aguaceros. He aquí lo que dicen los periódicos de Las Palmas:
“De grandísima consideración son los daños causados por las lluvias en estos últimos días. Telde, Arucas, Tenoya, Tafira y Las Palmas son los pueblos que más han sufrido. Las pérdidas en la cosecha de cochinilla son inmensas. Ha habido muchos cultivadores que han visto perecer, en absoluto, el producto de su trabajo y los capitales invertidos, sin que les quede esperanza de reponerse de tantas pérdidas.
En Telde y los pagos de Jinámar y Marzagán ha habido también desperfectos de gran valor en las fincas.
La carretara de esta ciudad a Telde quedó interrumpida para el tránsito de carruajes por las grandes avenidas de las montañas inmediatas y por haberse hundido algunos trozos. Hace tres días trabaja con empeño una cuadrilla de unos cien hombres para dejar el paso expedito.
El barranco de esta ciudad acaba de llegar al mar trayendo una masa de agua imponente, y arrastrando en su corriente plantones de nopales, árboles y arbustos.
Que Dios tenga compasión de todos”. “Los debates”, 30/10/1879, p. 1.


“En Canarias han caído también lluvias torrenciales.
“De grandísima consideración, dice el Diario de Las Palmas, son los daños causados por las lluvias en estos últimos días. Telde, Arucas, Tenoya, Tafira y Las Palmas son los pueblos que más han sufrido. Las pérdidas en la cosecha de conchinilla son inmensas. Ha habido muchos cultivadores que han visto desaparecer casi en absoluto el producto de su trabajo y los capitales invertidos, sin que les quede esperanza de reponerse de tantas pérdidas.
En Telde y los pagos de Jinámar y Marzagán ha habido también numerosos desperfectos de gran valor en las fincas, paredes derribadas, cercados arrastrados a los barrancos, terrenos plantados de nopales enterrados bajo los escombros, por donde quiera que se tiende la vista no se ve más que destrozos, que sumirán en la miseria a muchas familias”. “El siglo futuro”, 30/10/1879, p. 3.


“Las noticias de Canarias que nos traen los periódicos de aquellas islas son también lamentables.
“De grandísima consideración, dicen, son los daños causados por las lluvias en estos últimos días. Telde, Arucas, Tenoya, Tafira y Las Palmas son los pueblos que más han sufrido. Las pérdidas en la cosecha de cochinilla son inmensas. Ha habido muchos cultivadores que han visto desaparecer, casi absolutamente, el producto de su trabajo y los capitales invertidos, sin que les quede esperanza de reponerse de tantas pérdidas.
En Telde y los pagos de Jinámar y Marzagán ha habido también desperfectos de gran valor en las fincas; paredes derribadas, cercados arrastrados a los barrancos, terrenos plantados de nopales enterrados bajo escombros, por donde que se tienda la vista no se ve más que destrozos, que sumirán en la miseria a muchas familias.
Y a pesar de todo tendemos que dar gracias a la Providencia porque aquellas lluvias torrenciales no han venido acompañada de vientos, en cuyo caso tendríamos que lamentar destrozos aún mayores.
La carretera de esta ciudad a Telde quedó interrumpida para el tránsito de carruajes, por las grandes avenidas de las montañas inmediatas, y por haberse hundido algunos trozos. Hace tres días trabaja con empeño una cuadrilla de cien hombres para dejar el paso expedito.
En los momentos de escribir estas líneas el tiempo está fijo al Sur, encapotado, se sienten fuertes y continuas truenos y los chubascos se suceden sin interrupción.
No tenemos noticias de los demás pueblos de la isla.
El barranco de esta ciudad acaba de llegar al mar trayendo una masa de agua imponente, y arrastrando en su corriente plantones de nopales, árboles y arbustos.
Que Dios tenga compasión de todos”. “El tiempo”, 30/10/1879, p. 2.


La misma crónica, con similar redacción, podemos encontrarla en “La correspondencia de España”, 31/10/1879, p. 3; “El diario español”, 31/10/1879, p. 1; “La época”, 31/10/1879, p. 2 y “La política”, 31/10/1879, p. 2. No en vano, tal impronta negativa causó en la economía canaria que todavía en diciembre del mismo año el Ministerio de Fomento de la España de Alfonso XII calculaba los daños y el envío de ayudas (“Gaceta agrícola del Ministerio de Fomento”, 10/12/1879, pp. 355-356).

Como anécdota, no sabemos en qué estado quedaron las múltiples y amplias posesiones que el quinto marqués del Buen Suceso, don Fernando de la Rocha y de la Fontecilla (Rumeu, p. 302), se había preocupado de identificar e inventariar el 29 de marzo de 1879 "en la Cumbre y Breña de Cazadores de la jurisdicción de Telde" (AHPLP), curiosamente, tan solo cinco meses antes de la catástrofe reseñada. 


REFERENCIAS

AHPLP. Archivos privados. Familiares y personales. Sall Tascón. Administración de bienes. Inventario de bienes y propiedades (1877-1895). Signatura: FST-005/47.

"El diario español" 31/10/1879.

“El siglo futuro”, 30/10/1879.

“El tiempo”, 30/10/1879.

"Gaceta agrícola del Ministerio de Fomento", 10/12/1879.

“Gaceta universal”, 30/10/1879.

“La correspondencia de España”, 31/10/1879.

"La época", 31/10/1879.

"La política", 31/10/1879.

“Los debates”, 30/10/1879.

Rumeu de Armas, A. (1983). "El marqués del Buen Suceso (1712-1783)" en Anuario de estudios atlánticos, núm. 29, pp. 233-302.

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