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09 noviembre 2024

DE TELDE A LAS PALMAS, HISTORIA DE UNA CARRETERA

Tramo de la carretera de Telde a Jinámar a la altura de La Primavera (FEDAC)

Las nuevas generaciones, acostumbradas a las autovías y autopista que casi circunvalan la isla, desconocen que la única carretera que unía la capital de la isla con el sur, entonces Juan Grande, discurría por el actual Paseo de San José, la playa de La Laja con su túnel y el pueblo de Jinámar hasta entroncar con San Juan cruzando el puente «de los Siete Ojos». Desde aquí, tras salir de la ciudad por la plaza de Arauz (hoy parque Franchy y Roca), seguía la carretera hacia Agüimes y demás localidades sureñas.

Quiso el Estado que esta carretera se construyese ya en 1848 siguiendo el camino vecinal que poco había cambiado desde tiempos de la conquista. Sin embargo, en el devenir político y económico de España, no será hasta 1863 (mejor 1866) cuando se inaugure en su totalidad tras el empuje dado a sus obras por el ingeniero teldense don Juan de León y Castillo que retoma el proyecto que de la misma ya había diseñado el ingeniero Antonio Molina (Hernández, p. 39).

«En el mismo caso [paralizada por falta de fondos] se halla la carretera cuya apertura fue autorizada en 1848 y que debía atravesar la isla por la parte del Norte uniendo a Las Palmas con el pequeño pueblo de Agaete, distante siete leguas de ellas; e igualmente acontece con el ramal destinado a enlazar la misma con Telde.
Si a tan escaso apoyo por parte del gobierno para llevar a cabo obras que imperiosamente exigen los intereses materiales en aquellas islas, y que son necesarias para el desarrollo de los elementos de riqueza que tanto al país como al Estado convienen favorecer, se agrega el abandono en que se encuentran la mayor parte de los ramos administrativos, fácilmente nos explicaremos el decaimiento de este hermoso país, su falta de población y su escasa riqueza actual, comparativamente con la que debería alcanzar («El Orbe», 8/04/1857, p. 4).

Quizás las quejas expresadas en 1857 causaron la llegada a la oficina de Obras Públicas de Gran Canaria de León y Castillo al año siguiente. Nada más pertrechar la oficina con lo necesario, se puso manos a la obra, entre otras cosas, con el proyecto que nos ocupa. De esta manera, el 15 de septiembre de 1859, ya puede presentar una memoria del mismo (Hernández, pp. 127-129), proyectando las obras en tres grandes tramos:
a) De San José al barranco de El Salto del Negro.
b) De El Santo del Negro a Juan Ruano (Vega de Jinámar).
c) De Juan Ruano a la ermita de san Pedro mártir. (Hernández, pp. 39-41).

A partir de entonces, las obras marcharían al ritmo de la financiación que el Estado le otorgaba tras declarar el proyecto como «carretera de segundo orden» y llegar a la colocación de la última piedra del séptimo arco del puente sobre el barranco de Telde el 6 de octubre de 1865 (Jiménez, p. 89).

Año 1860. Parece que ahora sí, pero no

La aprobación del proyecto no supuso el inmediato inicio de las obras. La financiación por parte del Estado no terminaba de concretarse por más reales decretos y subastas (concesiones) que se fueran aprobando.

«Un Real decreto declarando de segundo orden la carretera que partiendo de la ciudad de las Palmas termina en Telde (islas Canarias)» («La Gaceta militar», 18/07/1860, p. 3).

«Por reales decretos que publica La Gaceta, se declaran de segundo orden las carreteras que partiendo la una de la ciudad de las Palmas, en las islas Canarias, termina en Telde y la otra que partiendo de Toledo termina en Ciudad-Real» («El Día»», 19/07/1860, p. 2).

«La dirección general de Obras públicas ha señalado el día 10 de septiembre próximo para la subasta de las obras del trozo primero de la carretera de segundo orden de Palmas a Telde, cuyo presupuesto asciende a 426,478 rs. 27 céntimos» («El Reino», 26/07/1860, p. 3).

«Ministerio de Fomento. Relación por provincias de las carreteras que forman el plan general para la Península e islas adyacentes (…). Carreteras de tercer orden (…). Gran Canaria. Telde a Juan Grande por Agüimes» («El Clamor público», 2/10/1860, p. 3).

Año 1861. Sin financiación todavía

«El último correo de Canarias nos trae noticias de aquellas islas, que alcanzan hasta el 28 del pasado. Las obras públicas en Gran Canaria toman de día en día un incremento considerable, merced a la inteligencia y celo del joven ingeniero D. Juan de León y Castillo. La carretera al Puerto de la Luz, estará terminada dentro de dos meses, gracias a la actividad que han desplegado los contratistas Sres. Massieu, que a pesar de la falta de operarios y de los escasos recursos del país para esta clase de construcciones, han logrado superar todas las dificultades y hacer una obra modelo en su clase. El faro de la isleta está ya rematado por los mismos señores y pronto se comenzará a construir, y por último, la carretera de Las Palmas a Telde, tan necesaria porque pone en comunicación las dos poblaciones más importantes de la isla, también se ha rematado, y en breve se dará principio a la construcción» («El Universal»·, 24/02/1861, p. 2).

Año 1862. Por fin en proceso

«En la carretera de Las Palmas a Telde se trabaja con gran actividad, y es de esperar que muy pronto queden unidas por medio de ella los pueblos más importantes de la isla» («La Correspondencia de España», 6/01/1862, p. 3).

«El 16 de agosto se verificará en la Dirección de Obras Públicas las subastas de las carreteras siguientes: (…). El trozo tercero de las Palmas a Telde, provincia de Canarias, bajo el tipo de su presupuesto de contrata importantes 555,971 res. 52 cénts.» («La Regeneración», 10/07/1862, p. 4).

Año 1863. Conectados por la Marfea

El desarrollo de las obras en sí fue necesitando de más recursos que excedían lo presupuestado. De ahí que se suscitara el resquemor de otras provincias inmersas, también, en obras de ingeniería viaria. 

«Por el interés que puedan tener para nuestros lectores, y para complacer a algunos de provincias que lo han solicitado, ponemos a continuación un extracto de las subastas anunciadas por la dirección general de Obras públicas: (…). 4 de septiembre (…). De las obras de un fuerte para el paso del barranco de Telde, en la carretera de Las Palmas a Telde. Presupuesto, rs. vn. 453,393-64. Depósito, 22,600» («El Reino», 2/07/1863, p. 1). 

Se llevaría a cabo la mencionada subasta, finalmente, el 18 de septiembre («Gaceta de los caminos de hierro», 2/08/1963, p. 8).

No en vano, era cierto que salvar algunos escollos en el trazado de la carretera insular proyectada conllevaba un esfuerzo ingente de recursos, no solo en la época sino en la actualidad.

«Las obras públicas adelantaban en todas las islas. El 4 del actual a las once de la mañana han quedado en comunicación las dos cámaras que venían simultáneamente practicándose para el establecimiento del túnel de Mar-fea en la carretera de segundo orden de Santa Cruz (sic.) a Telde. Esa hora fue de verdadero júbilo y entusiasmo para los encargados de la obra y operarios, quienes unos en pos de otros se lanzaron por la brecha abierta en el tabique que separaba ambas cámaras» («La Correspondencia de España», 22/07/1863, p. 2).

El túnel de la Marfea o de La Laja en dirección a la capital (FEDAC)

«Dice nuestro apreciable colega el País de Canarias:
«El 28 de Noviembre último ha quedado abierta a la circulación el segundo trozo de la carretera de segundo orden de las Palmas a Telde, en esta isla.
Entre las obras que abraza este trozo, llaman la atención, por su importancia, el túnel de la mar fea, abierto en roca viva, de 111 metros de longitud; y el puente de la cuesta empedrada de cosa de 17 metros de elevación.
Solo el Estado ha podido llevar a cima la obra del túnel, obra asombrosa por la clase de roca que se ha practicado que esa la más dura que la geología nos presenta, midiendo un cubo de desmonte de 111 metros lineales, por una sección de cerca de 20 metros cuadrados, que hacen 2,200 metros cúbicos; y esto sin contar el desmonte en la misma clase de roca que ha precedido seguido al túnel propiamente dicho» («El Clamor público», 25/12/1863, p. 3).

Año 1864. La novedad, ayer como hoy

«Ayer recibimos la correspondencia de Canarias con noticias de aquellas islas que alcanzan al 26 de diciembre último, en cuya fecha, era bueno el estado sanitario de todas ellas (…). La carretera que une a Telde con las Palmas, terminada hace poco, se halla constantemente transitada por los coches de las personas más ricas del país, que han convertido a la ciudad de Telde en un delicioso sitio de recreo» («El Eco del país», 6/01/1864, p. 3).

«Canarias. Hemos recibido noticias de aquellas islas que alcanzan al 14 del corriente: (…). La rica ciudad de Telde, unida ya a Las Palmas por una buena carretera, se hallaba constantemente visitada por numerosas personas que acudían a ella a pasar los días festivos en dulce esparcimiento, y se preparaban muchas familias, de las más acomodadas del país, a veranear en aquella ciudad que tantos recursos encierra, y donde las brisas del mar extinguen casi por completo los ardores del reverberante sol de los trópicos» («La Razón española», 26/05/1864, p. 2).

El crecimiento económico de la ciudad de Telde se vio favorecido con esta vía de comunicación de primer orden que los ha conectado a la capital (con su puerto en ciernes). Así, del mismo modo, se buscó la mejora de su conexión hacia el sur. 

«Carreteras de tercer orden. (…). Las Palmas a Agüimes por Telde» («El Reino», 14/09/1864, p. 1).


1866: El puente sobre el barranco de Telde, el de los ¿Nueve Ojos?

El puente sobre el barranco de Telde (FEDAC)

Visto lo anterior, se sobrentiende que ya se podía circular por él desde 1864. Sin embargo, en honor a la verdad, el puente no se dio por finalizado oficialmente hasta dos años después.

«En los periódicos de Canarias que recibimos ayer, hallamos las noticias siguientes:
Dice El Auxiliar: (…).
El ingeniero jefe de Canarias ha sido autorizado por la superioridad, para recibir definitivamente con las formalidades de ley, las obras del puente de Telde, ejecutadas por su contratista D. Antonio Matos y Moreno» («La Reforma», 22/09/1866, p. 2).

Como en toda obra sobre plano, la realidad a veces se impone. Quizás al contratista Matos y a su cuadrilla, así como al devenir de la propia obra, debamos que el puente que León y Castillo soñó con nueve ojos (Jiménez, p. 80), se quedara finalmente en siete y, así, nombrado por todos los teldenses.


REFERENCIAS

Florido Medina, G. (2016). «El puente de los Siete Ojos cumple un siglo y Medio» en TeldeActualidad, 28/06/2016, https://teldeactualidad.com/archive/93066/cultura [consultado el 9/11/2024].

Hernández Gutiérrez, A. S. (2006). Juan de León y Castillo. Biografías de Científicos Canarios. Oficina de Ciencia, Tecnología e Innovación del Gobierno de Canarias. Las Palmas de Gran Canaria.

Jiménez Martel, G. (2002). «La carretera de Las Palmas de Gran Canaria a la ciudad de Telde. El instrumento del progreso y desarrollo de la zona sur-este de la Isla» en Boletín Millares Carló, núm. 21, pp. 63-91. 


REFERENCIAS HEMEROGRÁFICAS

«El Clamor público», 2/10/1860 y 25/12/1863.


«El Día», 19/07/1860.


«El Eco del país», 6/01/1864.


«El Reino», 26/07/1860, 2/07/1863 y 14/09/1864.


«Gaceta de los caminos de hierro», 2/08/1863.


«El Orbe», 8/04/1857.


«El Universal»·, 24/02/1861.


«La Correspondencia de España», 6/01/1862 y 22/07/1863.


«La Gaceta militar», 18/07/1860.


«La Razón española», 26/05/1864.


«La Reforma» 22/09/1866.


«La Regeneración», 10/07/1862.



02 noviembre 2024

EL CUADRO DE ÁNIMAS DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN ¿OBRA COLONIAL DEL SIGLO XVII?

Cuadro de Ánimas o del Juicio Final - Anónimo (1675)
Basílica de San Juan Bautista de Telde (Fotografía del autor)

De este lienzo que preside el retablo de Ánimas nos dice don Pedro Hernández que «fue pintado en el año 1675, habiendo costado la obra de pintura 379 reales y 2 cuartos» (Hernández Benítez, p. 100). Sin embargo, nada nos asegura de su autor. En primer lugar, porque no hay constancia alguna en la documentación que obra en el archivo parroquial. En segundo lugar, porque el mismo lienzo carece de firma (Hernández Benítez, p. 101) o, al menos, eso afirma el benemérito sacerdote sin darse cuenta de que, quizás, sí que la tenga. Lo que ocurre es que también conoció el lienzo bastante oscurecido, tal cual lo apreciamos aún hoy. «Lástima grande que algún escrupuloso mayordomo de Fábrica, en tiempos ya lejanos, embadurnara la parte baja de este excelente lienzo, para oscurecer los artísticos desnudos en los que pueden apreciarse escorzos magníficos y rostros de un realismo sorprendente» (Hernández Benítez, p. 102). Quizás una correcta y más que necesaria restauración desvelaría una posible firma y, con ella, su autor.

Para tal fin estuvo el lienzo en los almacenes del actual Museo de Arte Sacro tras ser remitido por el sacerdote don Teodoro Rodríguez. Sin embargo, fue devuelto a su parroquia en 2000, tras más de dos décadas y sin que se apreciara mejora alguna, en tiempos del sacerdote D. Francisco González. Marcos Hernández Moreno, su restaurador, aseguró que no se podía hacer más porque en los intentos de limpieza se dañaba irremediablemente la pintura original (Calderín, p. 89)

En cuanto a la autoría, don Pedro Hernández señala que su creador debió inspirarse en artistas como Rubens o Memling, pero que, indudablemente, debe ser una obra «de escuela española sevillana» con «inspiración de la flamenca». Por si fuera obra canaria, entre los pintores que han trabajado en la basílica a lo largo de su historia, descarta a Cristóbal de Quintana al no ver comparación con otras de sus obras, señalando como hipótesis a «Juan de Silva, Juan Rodríguez o Juan Pablo» (Hernández Benítez, p. 102). No se percató, mientras escribía, de que el primero de estos tres vio la luz en Santa Cruz de la Palma en 1687, años después de la creación del lienzo que nos ocupa.

En realidad, claramente fue otra la inspiración del artista, el grabado «El juicio final» realizado en Roma por Philippe Thomassin en 1605. Así lo demuestran las coincidencias entre el grabado y la obra que nos ocupa: la disposición vertical trinitaria de Dios Padre, Espíritu Santo, Jesucristo, sobre el Mundo y el arco iris; la central del arcángel san Miguel que domina al demonio; la disposición y estilo de la puerta del paraíso en el margen izquierdo desde la que suben al cielo las ánimas; la figura del esqueleto que con su guadaña, en el horizonte, ciega las vidas, así como la del Leviatán que engulle a los condenados en el margen inferior derecho.

Grabado sobre el Juicio Final de Philippe Thomassin (1608) 
(Brewer et Fromont, p. 960)

Este grabado se dio a conocer en las Indias de la mano de los misioneros religiosos que lo usaban en sus catequesis con los indígenas. En la escuela pictórica colonial del siglo XVII arraigó como el prototipo para la representación de la escena del Juicio Final gracias al pintor Diego Quispe Tito que gustaba inspirarse en estos grabados para sus obras. Si atendemos a su lienzo «Las postrimerías o el Juicio Final» pintado, casualmente, en 1675 para la iglesia del convento de san Francisco del Cuzco, nos daremos cuenta, inmediatamente, que podría ser el autor que buscamos.

Las Postrimerías o El Juicio Final de Diego Quispe Tito (1675) (Wuffarden, p. 3) 

Por otro lado, podemos atender al cuadro de «El Juicio Final», indudablemente de la misma escuela, que obra en la parroquia de Ntra. Sra. del Rosario de Siachoque en Boyacá (Colombia). El parecido con el teldense también es evidente. Lástima que tampoco se conozca su autoría lo que habría ayudado a acotar la atribución que nos ocupa.

Cuadro de Ánimas o de El Juicio Final - Anónimo (s. XVII)
Iglesia de Ntra. Sra. del Rosario de Siachoque en Boyacá (Colombia)
(Brewer et Fromont, p. 961)

Dada la procedencia de estos lienzos sobre los novísimos, podríamos aventurar cómo llegó a Telde uno de ellos. Hemos visto que este modelo iconográfico fue promovido fervientemente por los franciscanos (Wuffarden, p. 3). Casualmente, entre los años 1673 y 1674 (Rodríguez, p. 422), ejercía como servidor en la iglesia de San Juan, mientras se proveía su beneficio, el predicador conventual del cenobio minorita teldense fray Juan Pablo Díaz (Rodríguez, p. 164). Este bien pudo promover la compra del lienzo que, encargado a sus hermanos en las Indias, terminaría llegando a la parroquial en 1675.

Sabemos del trasiego de frailes franciscanos entre el convento teldense y las misiones en las Indias por lo que bien pudo venir con alguno de ellos el lienzo a las islas. Por eso no se cita el autor en los registros del archivo dado que, además, desde los prejuicios del momento, este no era más que un indígena, una obra de arte de inferior categoría.

Es lógico que para conseguir los fondos necesarios para su adquisición se llevara a cabo una cuestación entre los feligreses. Con seguridad, entre las aportaciones recibidas, se encontraba la del matrimonio formado por Francisco Yanes Perdomo y Beatriz de Ortega Sánchez cuyos dos hijos eran sacerdotes. De hecho, uno de ellos, Francisco Yanes Ortega, terminará siendo beneficiado de San Juan entre 1684 y 1694 (Rodríguez, p. 422), promoviendo la construcción de la capilla de San Ignacio de Loyola.

«Hijo de una nobilísima familia oriunda de Realejo en Tenerife» (Hernández Benítez, p. 243), no tenemos duda de que eran parientes del mayordomo de la parroquial de Santiago del Realejo, Francisco Yanes Barroso quien, en el año 1669 y por un precio bastante mayor que el teldense (759 reales), había comprado el cuadro de Ánimas que sigue obrando en la mencionada parroquia tinerfeña (Hernández Abreu, p. 102). Tampoco reseña a su autor en la documentación del archivo por lo que podemos pensar que lo ayudaron a traerlo de las Indias, si de allí procede, los religiosos franciscanos del convento de Santa Lucía ya que, a todas luces, sigue el mismo modelo iconográfico.

Cuadro de Ánimas o de El Juicio Final - Anónimo (1669)
Parroquia de Santiago de Los Realejos de Tenerife (Hernández Abreu, p. 102)

En resumen, parece evidente que el cuadro de Ánimas de la basílica de San Juan es una obra de arte colonial del siglo XVII y que llegó a la isla de mano de los religiosos franciscanos que allá misionaban. Dadas las características propias se puede atribuir su autoría al taller de Diego Quispe Tito (1611-1681), si no a este directamente.


REFERENCIAS

Calderín Ojeda, L. (2024). «La pintura de los Cuadros de Ánimas en Gran Canaria. Tres ejemplos significativos: Telde, Teror y Santa Brígida» en Revista de Historia Canaria, núm. 206, pp. 79-92.

Hernández Abreu, P. (2018). «Arte y devoción en torno a la muerte. Las cofradías de ánimas de Los Realejos» en Revista de Historia Canaria, núm. 200, pp. 95-108. 

Hernández Benítez, P. (1958). Telde (sus valores arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos). Talleres tipográficos de Imprenta Telde. Telde. 

Rodríguez Calleja, J. E. (2015). La población de Telde en el siglo XVII, un modelo demográfico comparado. ULPGC. Las Palmas de Gran Canaria.

Wuffarden, L. E. (2020). «Diego Quispe Tito y el Juicio Final en los Andes» en Quipu Virtual. Boletín de Cultura Peruana, núm. 23, pp. 1-4.


OTRAS FUENTES

Brewer García, L. et Fromont, C. (2023). «From Hell to Hell: Central Africans and Catholic Visual Catechesis in the Early Modern Atlantic Slave Trade» en Art History, núm, 46, pp. 946-977.

Lozada, N. (2012). La incorporación del indígena en el Purgatorio cristiano: estudio de los lienzos de ánimas de la Nueva Granada de los siglos XVI y XVII. Universidad de los Andes. Bogotá.

Rodríguez, F. de M.ª. (1969). «Notas para un diccionario biográfico de pintores peruanos (1535-1821)» en Fénix. Revista de la Biblioteca Nacional del Perú, núm. 19, pp. 193-257.