27 septiembre 2025

DEL ORIGEN DE LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA


"El Calvarito" (Fotografía del autor, 17/04/2023)

Los repobladores europeos que llegaron al lugar que hoy ocupan los barrios de San Juan, San Francisco y San Gregorio decidieron honrar con la erección de capillas, ermitas e iglesias a diversas advocaciones de su devoción, bien por ser las de su lugar de procedencia, bien por su poder taumatúrgico y protector ante las epidemias, las malas cosechas, etc. Así, mientras se roturaban las primeras tierras para el cultivo, se construían las primeras casas e iban quedando trazadas sus calles y callejuelas, también fueron erigidas pequeñas casas a modo de humildes capillas.

En ellas se entronizaba la imagen pictórica o escultórica que daba título a la misma con la esperanza de que, más tarde o más temprano, sus capillas fueran transformadas en auténticas ermitas e iglesias capaces de acoger el culto (celebración de misas, enterramientos, etc.). Esta transformación podía realizarse, bien mediante la ampliación de las mismas, bien con su construcción de nueva planta en otro emplazamiento, generalmente en sus cercanías. 

Estas capillas o “casillas”, que refieren las fuentes, como las de Santa Lucía y la de Ntra. Sra. de Guadalupe, tuvieron un origen popular frente a otras ermitas, como las de san José en Las Longueras y la de san Gregorio Obispo, que surgieron auspiciadas por los terratenientes más destacados que se avecindaron en Telde en medio de sus propiedades. También, de esta última manera, se propició la construcción de la parroquial de san Juan Bautista. Por lo tanto, dado su origen popular, muchas no llegaron a ser auténticas ermitas dada la dependencia de aquellos donativos y legados que pudieran pagar sus obras y sostenimiento. Es el caso de la casilla de Nuestra Señora de Guadalupe (AHPLP.2, ff. 85r.-89r.) que, por su ubicación en las cercanías de la que terminará siendo la Casa Condal, bien pudo ser la causante del añadido al mencionado título del condado "de la Vega Grande", a saber, de la Vega Grande "de Guadalupe".

En la elevación orográfica que se encuadra entre los cauces del Barranco Real y de La Fuente de la ciudad, el altozano que referirá una de las calles del naciente barrio, se decidió construir una de estas casillas en honor de Nuestra Señora de la Antigua. Esta es una advocación mariana de gran raigambre en Sevilla desde que su imagen, una pintura mural, se descubriera durante las obras de construcción de la catedral hispalense, supuestamente, sobre un muro de la antigua mezquita que fue cristianizada tras la conquista. 

El arraigo de esta advocación en la isla, en nuestra ciudad, se debe a la procedencia sevillana de muchos de los repobladores, así como a la dependencia de la diócesis canaria de la hispalense. De hecho, la catedral de Canarias también le dedicó una de sus capillas. Esta fue construida entre 1517 y 1526 (Cazorla, pp. 52-53), siendo reubicada dentro de la ampliación de la misma a partir de “la vieja iglesia” en 1573 (Cazorla, p. 64). Finalmente, en 1816 su primitiva imagen de candelero fue retirada del culto al ser sustituida por otra de talla completa del imaginero Luján Pérez.

Primitiva imagen de Ntra. Sra. de la Antigua - S. I. C. B. de Canarias
(Fotografía del autor, 27/09/2025)

La misma devoción mariana prendió en nuestra ciudad a la par que en la catedral dado que desde 1522 se habla en los testamentos que obran en el archivo parroquial de san Juan Bautista de la ermita de santa María de la Antigua teldense (Hernández, p. 173). Posteriormente, en su testamento de 14 de enero de 1539, Cristóbal García del Castillo lega media dobla de oro a dicha ermita (Chil, p. 484), como también lo hace otro teldense (nombre ilegible), en su testamento de 13 de enero de 1541 al dejar algunas limosnas “al hospital de Telde, a la capilla de la Antigua, a los monasterios de santo Domingo y san Francisco, algo a la iglesia y fábrica de san Juan de Telde” (AHPLP.1, f. 2v.).

En medio de la incipiente urbanización de la ciudad, me atrevo a aventurar que estos testamentos aún se refieren a una de las citadas pequeñas capillas o casillas en su aspiración a ser auténticas ermitas e iglesias. Esta, con total seguridad, no es otra que la que hoy conocemos como “El Calvarito” en la misma plaza de San Francisco como se desprende de una carta de dote realizada el 6 de septiembre de 1568 por el matrimonio formado por Gonzalo Díaz y Catalina Hernández. En ella prometen en dote a su hija unas casas que lindan con la “casa de Nuestra Señora de la Antigua, casas de Isabel Jara y, por delante, con la calle real que baja do la calle nueva y, por un lado, con la calle que va a la iglesia de la Antigua" (AHPLP.2, ff. 67r.-68r.).

Como vemos, hay un “casa de” y una “iglesia de”. Esta casa, la primitiva y humilde capilla, sería la que acogió la pequeña imagen de Ntra. Sra. de la Antigua teldense mientras se terminaba de erigir su iglesia. Terminada la misma, la capilla o casilla original, en este caso no integrada en la construcción final, pasó a tener otra función como parte de la fábrica de la misma. En el caso que nos ocupa, pasó a ser un Calvario, seguramente, como decimosegunda estación del Via Crucis que los franciscanos implementarán por las calles del barrio.

“Frente a la iglesia se ve una antigua capilla con cubierta de tea a cuatro aguas a la que el pueblo llama “El Calvarito”, si bien no hay memoria sino de la existencia en la misma de una imagen de Cristo Crucificado, probablemente antes acompañado de san Juan Evangelista y la Virgen de los Dolores. Debió tener este Cristo mucha devoción, sobre todo entre los caminantes que atravesaban este barrio subiendo por el camino de Santa María en dirección a los pueblos del sur de la isla, todavía puede verse una ranura abierta en la cantería azul que da a la plaza por donde los viajeros introducían sus limosnas que luego pasaban a una caja de tea, recordándonos por su forma el “gazofilacio” del templo de Jerusalén en los días de Jesús” (Hernández, pp. 175-176).

Probablemente, la imagen que presidió tal capilla es la que aún hoy puede contemplarse en la pequeña hornacina que se abre en el altillo del retablo pétreo de santo Domingo de Guzmán en la iglesia de san Francisco. Una imagen de candelero, de madera, telas y arcilla, de la que se contaba una leyenda sobre su aparición en una de las cuevas de la costa teldense, en la zona de El Castellano, desde donde fue llevada al convento franciscano teldense (Hernández, p. 175). Quizás pueda conjugarse la leyenda con la realidad pues bien pudo ser esta imagen una de las que tuvieron que abandonar los franciscanos misioneros en la costa teldense, siendo encontrada, posteriormente, por los repobladores de Telde que pudieron entronizarla en la casilla o capillita del naciente barrio de Santa María a donde, cosas de la historia, "retornarán" los franciscanos en 1610. 

Ntra. Sra. de la Antigua - Telde
(Diócesis de Canarias, p. 182)

Ntra. Sra. de la Antigua - Telde
Fotografía anterior a su restauración 
(Hernández, p. 204)

No obstante lo anterior, la procedencia de la imagen pudo tener un origen más corriente pues, naturalmente, el comercio de imágenes para la devoción particular entre la naciente población teldense queda atestiguado en diversas fuentes, entre otras, un reconocimiento de deuda de 9 de noviembre de 1535. En él, el mercader teldense Francisco de Deza reconoce deber a Melchor Núñez, también mercader, diferentes cantidades, por ejemplo, "14 reales por la hechura de una imagen de Nuestra Señora y de un Jesús" (AHPLP.3, ff. 168-169). Teniendo en cuenta que comparte apellido y, quizás, parentesco con el arzobispo de Sevilla, Diego de Deza (+1523), es natural que la imaginación vuele pensando que esta imagen de 14 reales es la Virgen de la Antigua teldense cuyo precio aún no había satisfecho.

El momento en que se terminó de construir la ermita podemos situarlo en torno a 1569. El mejor indicador de ello es que ya se puede celebrar la misa en ella. Así se desprende de un codicilo de 10 de agosto de 1569 sobre su testamento del pasado 30 de julio, en el que Hernández de Rosiana establece un aniversario cantado perpetuamente en la iglesia de Nuestra Señora de la Antigua en el día de la Natividad de Nuestra Señora en septiembre o en su octavario (AHPLP.2, ff. 283v.-284v.). También, por otro lado, del testamento de Juan Márquez de 21 de septiembre de 1569 en el que solicita que se digan dos misas por su alma en la iglesia de Nuestra Señora de Antigua (AHPLP.2, ff. 300v.-302v.).

Con anterioridad a esta fecha, tenemos datos que nos dan idea de cómo fue construyéndose y de qué manera se financió su obra. Así, en su testamento de 8 de agosto de 1568, el sacerdote Sebastián Ramos lega seis reales “para la obra de Nuestra Señora de la Antigua de Telde” (AHPLP.2, ff. 37r-44v.). De igual manera, en su testamento de 9 de agosto de 1568, Leonor Ortiz, mujer de Leste, “dona a la obra de Nuestra Señora de Antigua de Telde un real de plata de sus bienes” (AHPLP.2, ff. 47r.-48v.).

Por otro lado, sabemos que los carpinteros Gregorio Simón y Gaspar de Cerrada, mediante concierto de 3 de mayo de 1563, se comprometieron a terminar para el día de Santiago la obra de carpintería de la capilla “que se ha de hacer” en la iglesia de Nuestra Señora de la Antigua de la que es mayordomo Juan Tello. Además, como curiosidad, el artesonado que la ha de cubrir debía ser como el de la capilla de María Fernandez Calva de san Juan Bautista, la de san José en la actualidad (AHPLP.4, f. 146 v.).

No queda claro si el regidor Juan Tello fue mayordomo de esta futura capilla o de la iglesia entera pero, con total seguridad, fue uno de sus grandes financiadores dada su condición de gran hacendado. No en vano, acumuló tal número de propiedades que su nombre quedó plasmado en la propia toponimia, por ejemplo, en la Montaña de Juan Tello o los Cercados de Juan Tello (Hernández, p. 340).

Finalizada la ermita, en lo que a poder mantener el culto litúrgico en ella se refiere, no cesará su dotación y mejora por parte de nuevos benefactores. En su testamento de 10 de junio de 1570, Francisca Ramos, viuda de Fernán Gómez, lega un real a la misma y manda que se paguen los 15 reales que le debía su marido. También, dispone que se haga una capilla a san Antonio en dicha iglesia, ya que su marido así lo dispuso antes de morir, con las 120 doblas que destinó para ello de sus bienes. Una vez hecha la capilla, además, quiere que se dé de sus bienes veinte doblas para comprar ornamentos para poner decir misa (AHPLP.2, ff. 340r.-348r.).

A colación de la celebración de la eucaristía en ella, de cara a la comodidad de fieles y sacerdotes, sabemos que el 1 de noviembre de 1577, se vuelve a contratar al carpintero Gaspar de Cerrada para realizar cuatro escaños (bancos) para la iglesia (AHPLP.5, f. 387v.).

Por otro lado, será Torriani quien, posteriormente, nos legue una idea de la localización y entidad de la ermita de Ntra. Sra. de la Antigua teldense en la última década del siglo XVI. En el plano de la ciudad que levanta en 1590 de la ciudad, esta ocupa el lugar más elevado del altozano del barrio de Santa María, está compuesta de una sola nave y rodeada de casas que, en veinte años, serán donadas y derruidas/integradas en la conformación del cenobio franciscano y sus huertas.

Infografía del autor a partir de pormenor del plano de Torriani 

Desde entonces, 1610, la historia de la ermita de Santa María de la Antigua tendrá nuevos y variados capítulos. Como convento franciscano de la Madre de Dios de la Antigua será dotada con una nueva nave, retablos pétreos de inspiración colonial y varias capillas claustrales como la de las Llagas de san Francisco o la de san Francisco de Paula (Suárez, pp. 285-287). Finalmente, tras la exclaustración, como la iglesia del barrio de San Francisco que conocemos actualmente y que fue perdiendo progresivamente el culto que en ella se mantenía hasta la actualidad.

Sirva este pequeño artículo como acción de gracias a los arriba citados y otros que, al promover su fundación, nos la legaron como bien histórico patrimonial.


REFERENCIAS

AHPLP.1. Protocolos notariales. Escribano Hernán de Gutiérrez. Telde. 1541.

AHPLP.2. Protocolos Notariales. Escribano Pedro Fernández de Chávez. Telde. 1568-1570.

AHPLP.3. Protocolos Notariales. Escribano Hernando de Padilla. Las Palmas de Gran Canarias. 1535.

AHPLP.4. Protocolos Notariales. Escribano Juan de Vega. Telde. 1557-1563.

AHPLP.5. Protocolos Notariales. Escribano Juan de Vega. Telde. 1577.

Cazorla León, S. (1992). Historia de la Catedral de Canarias. Real Sociedad Económica de Amigos del País. Las Palmas de Gran Canaria.

Chil y Naranjo, G. (1891). Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las Islas Canarias. Vol. 3. Imprenta La Atlántida. Las Palmas de Gran Canaria.

Diócesis de Canarias (org). (2004). La Huella y la Senda. Islas Canarias en https://restauracionlapalma.com/wp-content/publicaciones/lahuellaylasenda.pdf [consultado el 26/09/2025].

Hernández Benítez, P. (1958). Telde, sus valores arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos. Talleres tipográficos de imprenta Telde. Telde en https://mdc.ulpgc.es/s/mdcte/item/259809 [consultado el 24/09/2025]. 

Suárez Quevedo, D. (1992). "El convento franciscano de Telde (Gran Canaria). Datos para la historia de una institución desaparecida" en Revista de Historia Canaria, núm. 176, pp. 277-314. 

Torriani, L. (1959 [1590]). Descripción e historia del reino de las islas Canarias antes Afortunadas con el parecer de sus fortificaciones. Traducción del Italiano, con Introducción y Notas, por Alejandro Cioranescu. Goya Ediciones. Santa Cruz de Tenerife.

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