![]() |
| Talla del Niño Jesús del Facistol (s. XVII) (Rodríguez, s/p) |
El tiempo de Navidad, con su respectivo tiempo de preparación de Adviento, fue enriqueciéndose culturalmente en nuestro ciudad con diversas tradiciones que no solo provinieron del ámbito peninsular como sus primeros repobladores, sino también por el intercambio comercial con las Indias, regiones europeas como Flandes y África.
Centrada la solemnidad en torno al 25 de diciembre con la asistencia a la misa del Gallo tras una opípara cena de nochebuena, costumbre culinaria que fue abriéndose paso en las casas de los miembros del estamento privilegiado, la alegría de las pascuas se alargaba hasta la solemnidad de la Epifanía con la participación cada vez más festiva de todos los teldenses.
Entre 1685 y 1692 quedan anotadas en la sección de Cuadrante y Colecturía del archivo parroquial de San Juan las siguientes celebraciones navideñas.
«En 1 de enero, procesión de la Circuncisión de Nuestro Señor, con un coste de 16 reales y se iba por las calles.
En 6 de enero, procesión y misa con ministros de La Epifanía, hecha por los cofrades, su costo era de 22 reales y discurría por las calles. En ocasiones se la denomina como Fiesta de los Reyes o procesión de los Reyes Magos y en 1657 se hace alusión a ella como la Fiesta de los Morrenos (sic) y es en la única ocasión que se menciona su recorrido concreto, ya que discurría por la calle de La Cruz y regresaba a la iglesia por la calle de Diego Díaz» (Acosta et Rodríguez, p. 43).
La del inicio del año, a partir de 1700, se comenzará a denominar del Dulce Nombre de Jesús y se la hará coincidir con la procesión de La Epifanía (Acosta et Rodríguez, p. 45), suponemos que por ahorrar costes en tiempos críticos. Esta «se solemnizaba por las calles (…) saliendo el Beneficio con cruz alzada y cantando el «In nomine Jesu» (Hernández, p. 227), a saber, los versículos décimo y undécimo del capítulo segundo de Filipenses.
Así, por las calles adyacentes a la actual basílica de San Juan Bautista transcurría la comitiva religiosa entonándose «in nomine Iesu, omne genuflectatur caelestium terrestrium et infernorum et omnis lingua confiteatur, quia Dominus Jesus Christus in gloria est Dei Patris. Domine Dominus noster quam admirabile est nomen tuum in universa terra. Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saecula saeclorum. Amen.
[Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén]
De esta manera la procesión del día uno de enero transcurriría con el aire solemne que imprime este canto en tono gregoriano [puede escucharse en https://youtu.be/rdpZObmllDU?si=fCl2wtsv5QnucpGF], relegándose otro tipos de cantos y bailes más festivos para la fiesta de los Reyes Magos.
Con respecto a esta, además de una procesión de similares características a la del día primero, se llevaban a cabo por la tarde «autos sacros que tenían como argumento la Adoración de los Santos Reyes» (Hernández, p. 227) y que, probablemente, sean un antecedente del que todavía conserva y celebra la Villa de Agüimes. En nuestra ciudad todavía se llevaba a cabo en la parroquia durante la primera mitad del siglo XX ante un nacimiento compuesto por las imágenes con las que contaba la iglesia, aunque no fueran las propias de un belén, en un portal efímero creado justo delante del políptico flamenco del retablo principal. Así, por ejemplo, la talla de San José, obra de Luján Pérez, se desprendía de su Niño que, recostado en el pesebre, era arropado por la Virgen (representada por una de las otras dos Marías de la imaginería de Semana Santa), todos ellos entre una mula y un buey de cartón.
Volviendo al siglo XVII, esta Fiesta de los Morenos, tomó su nombre por la intervención en ella de danzantes, generalmente, negros (de la población esclava africana traída como mano de obra para los ingenios azucareros teldenses). Estos, como en casi todas las procesiones de la parroquia, eran contratados para bailar abriendo paso a la procesión y acompañándola en todo su recorrido. Estas danzas, además, estaban amenizadas por el sonoro cascabeleo de los que llevaban enlazados en muñequeras y tobilleras (Hernández, p. 226).
En la misma época, se llevaban a cabo procesiones similares en los virreinatos españoles en América, lo que nos ayuda a imaginarnos lo que ocurría en la parroquial teldense. «La procesión que hacen los morenos el día de la Epifanía y pascua de los Santos Reyes Magos no es nada inferior a la de los indios, en la cual, fuera de los pendones, suelen sacar en trece pares de andas todo el nacimiento de Nuestro Redentor. Va en unas el pesebre con la gloria, en otras el ángel que da la nueva a los pastores, y en otras varias pasos de devoción, y por remate, los tres santos magos que siguen la luz de una grande estrella, que va delante, de mucho lucimiento» (Ovalle, p. 224).
No hay constancia de tal despliegue de imaginería procesional en nuestra parroquia. En ambas solemnidades, probablemente, sería procesionado sobre unas pequeñas andas la talla del Niño Jesús «que estuvo primitivamente sobre el facistol del coro de esta iglesia, en la que se cantaban vísperas, hasta hace poco, diariamente» (Hernández, p. 111). Este Santo Niño se puede venerar hoy en la capilla de San José tras la intervención realizada en 2012 por la restauradora Beatriz Galán.
Por otro lado, cabe destacar la aportación flamenca a la Navidad teldense pues el retablo escultórico que ya obraba en la parroquia desde el siglo XVI muestra todas las escenas de la Navidad, representando en su panel central el nacimiento del Niño Jesús en el portal de Belén. Fue para los teldenses que lo admiraban en su parroquia el mejor precedente de los nacimientos o belenes que progresivamente, ya con la dinastía borbónica y reminiscencias napolitanas, se generalizarán en las casas durante el siglo XVIII.
En este sentido, no podemos obviar el papel fundamental que jugó san Francisco en la institución del pesebre navideño desde el s. XIII. Sus hijos del convento franciscano de nuestra ciudad habían creado en su claustro una capilla intitulada al Dulce Nombre de Jesús. En ella, desde 1626, se llevaban a cabo diversos actos solemnes cada uno de enero, a saber, misa cantada (con Vísperas en la tarde anterior) y una procesión claustral, todo ello por voluntad del regidor de la isla Juan Tello (Suárez, p. 285).
REFERENCIAS
Acosta Brito, C. R. et Rodríguez Calleja, J. E. (1999). El Archivo parroquial de San Juan Bautista de Telde. Cabildo Insular de Gran Canaria. Telde.
Falcón, R. (2024). «El retablo flamenco de la Basílica de San Juan de Telde es considerado una joya a nivel mundial» en «Canarias7», 9/05/2024, https://www.canarias7.es/canarias/gran-canaria/telde/retablo-flamenco-basilica-san-juan-telde-considerado-20240509174551-nt.html
[consultado el 23/12/2024].
Hernández Benítez, P. (1958). Telde (sus valores arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos). Talleres tipográficos de Imprenta Telde. Telde.
Ovalle, A. de. (1888). Histórica relación del Reino de Chile. Vol. 2. Imprenta Ercilla. Santiago de Chile.
Rodríguez, A. (2012). «Telde restaura la talla del Niño del Facistol» en «La Provincia», 8/08/2012, https://www.laprovincia.es/gran-canaria/2012/08/08/telde-restaura-talla-nino-facistol-10523009.html [consultado el 23/12/2024].
Suárez Quevedo, D. (1992). «El convento franciscano de Telde (Gran Canaria). Notas para la historia de una institución desaparecida» en Revista de Historia Canaria, núm. 176, pp. 277-310.



No hay comentarios:
Publicar un comentario