02 diciembre 2024

DEL OBISPADO DE TELDE QUE NUNCA FUE


Escudo de la ciudad de Telde
(https://simbolosdecanarias.proel.net/index.php/esp/islas/gran-canaria/telde)

La radicación de la diócesis «teldensis» en lo que hoy es nuestra ciudad, fruto de la labor investigadora de Rumeu de Armas, fue rápidamente cuestionada. Ya en 1992 el investigador franciscano García Santos concluía, entre otras cosas, lo siguiente:

«No veo muy clara la ilación entre fray Bernardo y fray Bartolomé con fray Bonanat y fray Jaume, obispos teldenses, a pesar de que la bula de fray Bonanat hable de dos antecesores suyos con estos nombres, pero la bula no dice que fueran frailes. Creo que se trata de otra diócesis, aunque coincidan los nombres de Bernardo y Bartolomé con los obispos «in Insulis Fortunatis» del mismo nombre.
Es my difícil identificar «episcopus teldensis» con «obispo de Telde» para significar la población sureña de Gran Canaria; los datos referentes a Canarias, de los que la bula no hace mención, el silencio absoluto en un tema eclesial tan importante y la historia que conocemos de la Iglesia en Canarias no ofrecen a mi juicio pruebas suficientes a esta tesis.
Apunto una posible solución, no necesariamente contrapuesta:
a) Un obispado titular (cuya ubicación desconocemos) pero con el encargo de misionar en Canarias, algo parecido a lo que más tarde fue el obispado libariense de fray Alonso de Sanlúcar y fray Juan de Baeza.
b) Localizar este obispado en el continente africano y más concretamente en Tagaost, incorporando eclesiásticamente a Canarias lo que, políticamente, era una realidad» (García Santos, p. 79).

Canaria y sus islas: las islas Canarias, las islas de Canaria

Esta «realidad política» es la que no debemos dejar de tener en cuenta. En la geografía histórica de nuestro archipiélago no se pueden confundir «Canaria» y «las islas Canarias». La primera es una región más o menos amplia del continente africano y, la segunda, una de sus partes, el archipiélago más grande y cercano a su costa. De esta manera es como se debe entender en las fuentes históricas medievales y modernas las expresiones «Canaria» e «ínsulas de Canaria» (las segundas como una parte, una «propiedad», de la primera).

Ahondando en el tema desde la etimología, precisar el origen del término «canaria» no es tan fácil ya que la historia nos ha legado dos posibles atribuciones del mismo:

a) Juba II publica en torno al 6 d. C. su tratado «De Libia» en el que recoge las informaciones que ha obtenido de un viaje de exploración a las islas Canarias. En este nombra a Gran Canaria como «Canaria», dicen que por la presencia de canes. Estos «perros» se han identificado mayoritariamente con las colonias de focas que habitaban nuestras costas. Es una expedición que no conoce población alguna en la isla de Canaria por lo que algunos han querido ver en estos «perros» a los mismos aborígenes.

b) Por otro lado, como «Canaria» se bautizó la región africana en la que habitaron algunas tribus denominadas «canarii», tribus que huyeron de los límites de la Mauritania Tingitana romana traspasando hacia el sur la cordillera del Atlas cuando fueron sitiados por las tropas del cónsul Suetonio Paulino en el año 42 d. C., no porque estas tribus comieran carne de perro, lo que se ha malentendido mucho tiempo ya, sino porque como tal se comportaban, «viven como perros y comparten con estos animales las entrañas de las fieras» (Marcy, p. 249).

Mapa que muestra la localización de los canarii que refiere Suetonio
(https://www.gevic.net/info/contenidos/mostrar_contenidos.php?idcat=2&idcap=10&idcon=177)

Ante este doble uso del término, podríamos pensar que, efectivamente, se identificaba como «canes» a los indígenas por su comportamiento al margen de la civilización. La población insular y las poblaciones del Atlas, para la civilización romana, eran bárbaras, animales, «perros».

Esta localización geográfica de Canaria en tierras continentales africanas terminan de clarificarlas los propios conquistadores normandos. Cuando llegan a las islas tienen claro que se encuentran en las ínsulas «de Canaria», siendo «Canaria» la región africana donde habitan otros canarios que, ambos capellanes, Bontier y Le Verrier, también desean evangelizar. Estos son los canarios «de los países del sur» (Serra et Cioranescu, p. 84) que refieren en su crónica. De ahí las expediciones de exploración de Béthencourt a la costa africana vecina al archipiélago.

No es un asunto baladí, pues al obispo teldense Jaume de Olzina describen como obispo de Canaria, que no de las islas de Canaria.

Telde, Telda, Tadla

Cuando los normandos describen Telde, en su incursión exploratoria a Gran Canaria, dan prueba de conocerla muy bien en cuanto a su geografía, población e importancia capital en la isla. Además, ambos religiosos, en su crónica, no hacen referencia alguna a que fuera cabeza de diócesis alguna aunque, sin embargo, sí lo hagan de los misioneros que en ella fueron asesinados cuyo testamento encuentran. La incursión normanda parece situar el núcleo principal de Telde en lo que hoy conforma el casco histórico de la misma si bien, es cierto, que la historiografía canaria apunta a que prácticamente la mitad de la isla era conocida así, frente a la otra mitad de Gáldar.

Podría pensarse que la presencia misionera ya justifica la realidad allí del obispado y sede que nos ocupa. El mismo Rumeu nos demuestra que ya andaban misionando por las islas algunos mallorquines en 1342 por lo que el apoyo y sanción de esa misión llegó con la creación del principado de la Fortuna y del obispado de las Islas Afortunadas, que no te Telde, en 1351. Esta diócesis, como sabemos, acogía geográficamente todo el territorio insular fronterizo a la costa africana desde la entonces isla de La Goleta (Túnez), hasta las islas Canarias. 

¿Se erigió en nuestra Telde la catedral solicitada quedando, a la par, constituida como ciudad? La respuesta, como veremos, es negativa.

La relectura de las fuentes y la cartografía histórica termina por desentrañar su emplazamiento. Tanto en la bula del obispo fray Bonanat (1369) como en la de fray Jaime (1392), ya no se hace referencia alguna a las islas Afortunadas. Rumeu identifica este obispado con el anterior porque a fray Bonanat lo llaman sucesor de sendos Bernardo y Bartolomé y, creemos, desde su querencia al engrandecimiento de la historia insular. 

Sin embargo, estos predecesores son llamados también obispos de Telde, no de las islas Afortunadas, lo que indica que son otros dos prelados al margen de los citados obispos «in Insulis Fortunatis» (García Santos, p. 79) o, menos probable, que la diócesis de las Afortunadas por fin había establecido su sede en un lugar concreto de todo el amplio marco geográfico comprendido. Sea cierta una u otra aseveración, para esta diócesis «de Telde» se redactan bulas que van dirigidas a su catedral y cabildo ya establecidos, catedral y cabildo del que no hubo constancia alguna en Gran Canaria para los normandos que arribaron a las islas ni para el resto de historiadores canarios hasta bien entrado el siglo XX.

[Frare Bonanat bisbe de Telda]
Pormenor de una carta de los reformadores de Mallorca (26 de abril de1373)
(Rumeu (1977), p. 416).

Si releemos las fuentes, en resumen, observaremos que se habla de la diócesis de Telda (que no Telde). Este topónimo señala realmente a una región en las faldas del Atlas que encabezó desde el siglo XII una de las provincias en que se dividiría el reino de Marruecos, la provincia «teldensis».

«El reino de Marruecos está sobre el Océano occidental, y comprehende las Provincias de Hea, Sus, Gésula, Marruecos, Duquéla, Esura, y Telda; y está poco poblado» (Capmany, p. 283).

«Regnum marrocanum et fezzanum.
Summa Capita.
1. Concluditur totum opus Archontologicum duobus regnis, Marrocano et Fezzano, quae in unum Imperium potentisimum coalverunt. Et primo quidem explicatur SITUS Regni Marroco, eiusque divisio in VII. provincias: quae sigillatim describuntur. Provincia Heensis, eius amplitudo, limites, urbes praecipus.
2. Provincia Susana, eius situs, limites, oppida.
3. Marrocana propie dicta. 4. Guzalensis, 5. Ducalensis.
6. Hascorana. 7. Teldensis». 
[El reino de Marruecos y de Fez. 
Capítulos. 
1. Toda la obra concluye con dos reinos, Marruecos y Fez, que se fusionaron en un Imperio muy poderoso. En primer lugar se explica la ubicación del Reino de Marruecos, y su división en siete provincias: las cuales se describen detalladamente. La provincia Heensis, su extensión, límites y ciudades principales.
2. La provincia de Susana, su ubicación, límites y poblaciones.
3. La Marrocana propiamente dicha. 4. Guzalensis, 5. Ducalensis.
6. Hascorana 7. Teldensis]. (D´Avity, p. 247).

Mapa histórico de Marruecos y pormenor de la región de Tedle
(Instituto Geográfico Nacional)

«Ultima provinciarum regni Marrocani est Tedelaea, huius sunt limites, ab Occidente Quadalhebid fluivius, quae vox significat amnem servorum; ab Oriente Ommirabilis fluvius; à Meridie Mons Atlas; á Septentrione Tenesma regio. Habet hoc terrarum spacium figuram Triangularem, cum versus Meridiem in acutum coeat cuneum, & intra Orientem & Occidentem dilatetur. Caput regiones est Tefza, oppidum antiquum, nomen trahens à quodam saxorum genere, è quibus constructum est. Incumbit hoc Demeio fluvio, nec procul abest ab alio oppico Efza, in ripa Ommirabilis Amnis, in quem Demeius influit Atlante Monte utrique originem suam praestante. Post hace occurrit Chitita, quae diu bellum sustinuit adversus Regem Fezzanum. Ultimus locus dicitur Eythiadum, abundans omnis generis alimonia». 
[La última de las provincias del reino de Marruecos es Tedelaea, cuyos límites son el río Quadalhebid al Oeste, palabra que significa río de los esclavos; al oriente el río Ommirabilis; al sur del monte Atlas; al norte de la comarca de Tenesma. Esta zona geográfica tiene forma triangular, pues hacia el Sur se une formando una cuña aguda, y se expande entre el Este y el Oeste. La capital de la región es Tefza, una antigua ciudad que toma su nombre de cierto tipo de roca con la que fue construida. Este cae sobre el río Demeius, y no está lejos de otra montaña de Ephza, en la orilla del Ommirabilis Amnis, en el que desemboca el Demeius desde las montañas del Atlas, dando origen a ambos. Después de la batalla se encontró con los chititas, que habían librado una larga guerra contra el rey de Fez. El último lugar se llama Eythiadus, y abunda en toda clase de alimentos]. (D´Avity, p. 249).

Debemos tener en cuenta, también, que esta aseveración de la sede teldense en Telda (Tadla), se fortalece cuando nos damos cuenta de las buenas relaciones entre la Corona de Aragón y la de Fez precisamente en el periodo de los dos obispos teldenses que conocemos (Sanahuja, pp. 264-265) y que, como Jaume de Olzina, ya eran experimentados misioneros en aquellas tierras. También, que ambos obispos teldenses conocidos son franciscano uno y dominico el otro, órdenes a las que se encomendó/permitió desde el siglo XIII la evangelización en la zona (García Barriuzo, p. 220). 

Podría objetarse, en favor de Rumeu, que tampoco quedó constancia de una sede episcopal en la Telda continental y que, por ejemplo, tampoco León Africano la reseñó en su visita a la región de Teldis [sic] en 1526, la actual Tadla, reflejando, no obstante, la presencia de una numerosa comunidad judía que, años atrás, convivía con una igualmente numerosa de cristianos (Fanjul et Consolani, pp. 197-206). 

Sin embargo, sí quedó constancia en la historia de Telda de la presencia de una comunidad cristiana que, precisamente por su situación fronteriza entre los reinos de Marruecos y Fez, se vio envuelta en varias diatribas históricas que son las que dieron al traste con un obispado del que, no en vano, siempre se refirió estaba «in partibus infidelium» aunque Rumeu, a sabiendas de que tal descripción no cuadraba con las islas, lo considerara erróneo (Rumeu, p. 6). 

«At a remote period, Tâdlâ seems to have been inhabited by people more o less professing Christianity or Judaism. When Idrîs II conquered it in 172 (789), he found -according to the author of the Rawdat al-Kirtâs- very few Muslims, but many Christians and Jews. Leo Africanus who was in Tâdlâ at the beginning of the XVIth century mentions the large Jewish colonies there (…). In 761 (1359-1360), the Wasir al-Hasan b. `Umar, governor of Marrâkesh for the Marînid Sultân Sâlim Ibrâhim, revelled against his master and sought refuge in Tâdlâ, where he vas welcomed by the Banû Djâbir; but, when hard pressed by the Marinid troops, he had to flee to the Zanâga of the mountains who finally handed him over to his pursuers». 
[En una época remota, Tâdlâ parece haber estado habitada por pueblos que profesaban más o menos el cristianismo o el judaísmo. Cuando Idrîs II la conquistó en 172 (789), encontró -según el autor del Rawdat al-Kirtâs- muy pocos musulmanes, pero sí muchos cristianos y judíos. León Africano, que estuvo en Tâdlâ a principios del siglo XVI, menciona las grandes colonias judías de allí (…). En 761 (1359-1360), Wasir al-Hasan b. `Umar, gobernador de Marrakech del sultán marînid Sâlim Ibrâhim, se rebeló contra su maestro y buscó refugio en Tâdlâ, donde fue recibido por los Banû Djâbir; pero, presionado por las tropas marinís, tuvo que huir a los Zanâga de las montañas, quienes finalmente lo entregaron a sus perseguidores]. (Houtsma et alii, p. 602).

Por otro lado, además, nos encontramos el testimonio de Marín de Cubas que, por ejemplo, encuadró allí la labor misionera de Tadeo de Canaria, a sabiendas de que Tagaost, el lugar donde radicaba su venerada tumba, era una población no muy lejana a la costa (no en la Telda que referimos).

«Llámanle los moros el Santo Agustino Tadeo de Canaria; de allí lo llevaron, según ordenaba la carta del alcaide moro que llevaron, á otra casilla algo apartada, y abriendo la puerta se vio un gran montón de libros, que no fue posible dejar de ver y tocar algunos de ellos, y volvieron a cerrar. Este sitio está camino del monte Atlante tres leguas; hay buenos arroyos de agua y huertas de higueras y parras de uva almuñécar, que es larga como ciruelas y llaman la huerta de Telde, y nunca quisieron decir la causa ni el motivo ni el tiempo ha que tenían aquel cuerpo mirlado» (Marín, f. 201).

¿Misionó Tadeo de Canaria en el ámbito del obispado teldense o en el ámbito del obispado libariense?No lo sabemos. Para quienes lo han hecho de origen portugués, no es sorprendente que uno de los puentes históricos de Kasbah Tadla sea el «de los portugueses» pues durante su presencia en la región fue realizado. No obstante, son muy imprecisas las referencias geográficas dadas en las fuentes pues nacieron a la par que la exploración de los lugares que describían. Así, parecen hablar de una región demasiado extensa si no de dos zonas totalmente distintas y bastante alejadas entre sí. Mucho más al sur de la región de Telda, en la provincia actual de Tarudant, todavía sobrevivía una iglesia en el siglo XIX según las anotaciones del explorador John Davidson (en la que se ha querido identificar la tumba de Tadeo de Canaria). 

«Saturday, April, 16 (...) there is a town E. of  Terodant, called Tazelt, where there is a Christian church, in perfect preservation, well finished and painted, but shut up: it is held in some veneration by the natives, who can only look into it through  the windows. There are also Christian villages in the neighbourhood of the church». 
[Sábado 16 de abril (...) hay un pueblo al E. de Terodant, llamado Tazelt, donde hay una iglesia cristiana, en perfecto estado de conservación, bien terminada y pintada, pero cerrada: es tenida en cierta veneración por los nativos, quienes solo pueden mirar dentro de ella a través de las ventanas. También hay pueblos cristianos en los alrededores de la iglesia] (Davidson, p. 81).

En definitiva, Rumeu quiso engrandecer la historia de nuestra ciudad con un obispado «de Canaria» que nunca radicó en «las islas de Canaria». Es evidente que su error no fue intencionado sino que estaba fundamentado en la indiscutible presencia de misioneros en las islas así como en la creación del obispado de las Afortunadas que comprendía el archipiélago en su jurisdicción pero que, como hemos visto, nació con la mirada puesta en la evangelización del norte del continente africano en manos de los reinos infieles de Marruecos y Fez.

Conclusiones

1. La creación del obispado de Fortunia (1351), sobre el territorio insular y costero norte africano, no supuso la radicación de la diócesis en sede concreta alguna. La muerte del príncipe de la Fortuna (1348) y el pronto traslado de su obispo Bernardo a Cerdeña (1351-1354) son prueba de ello. El intento de continuar dicha evangelización con el obispo Bartolomé (1361), no sabemos si fructificó dada su temprana muerte, en torno a 1362.

2. La auténtica «fortunatarum prima civitas et sedes» no es otra que la antigua Rubicón en el municipio de Yaiza, pues con la creación de su obispado (1403), el primero realmente establecido en el archipiélago, también pasaba a ser ciudad por disposición de Benedicto XIII. En este sentido, es imposible que este antipapa soslayara la existencia de una diócesis supuestamente precedente en las islas con un obispo «teldense» todavía en funciones en 1411 como auxiliar de Zaragoza, reino de Aragón en el que como antipapa, además, encuentra por el momento total apoyo.

3. El obispado «teldensis» o «de Telda», como se redacta en las bulas, debía referir a la localización clara de la citada región en la cartografía del momento: la provincia «teldensis» del reino de Marruecos, en la ciudad de Telda (región de Tadla-Azilal actualmente). En este sentido, recordar que se enclava en la «canaria» de Suetonio, lo que no contradice la referencia de «bisbe de Canaria» hecha al obispo Jaime de Olzina (Canaria, no islas de Canaria). Esto también explica la elección del mismo como obispo teldense pues ya andaba acostumbrado a misionar en dichas tierras desde Tremecén y Fez. Marín de Cubas sitúa en esta región de Telde la misión de Tadeo de Canaria aunque todo indica que este misionó al sur del Atlas en la región del Sus marroquí.

4. La única referencia de «episcopus teldensis, insule canarie», además en un documento civil, no se ha podido contrastar al no encontrar el documento que, por otro lado, tampoco consultó Rumeu sino que le refirieron. Anotar que, por la supuesta datación del documento, 1369, lo más lógico es que hubiera citado al archipiélago como «insulis fortunatis».

5. El obispado libariense continuó la misión originaria de la diócesis de las Afortunadas, adentrándose a misionar en las tierras de lo que se denominaba Berbería y que alcanzaba al desierto del Sáhara (García Oro). No en vano, este, en la cartografía del momento, aparece denominado como desierto de Libia. Por lo tanto, se equivocan los autores que han identificado el obispado libariense con el de Lyrba (Turquía). En este sentido, hay que recordar que algunos autores identifican a los «canarii» continentales como un pueblo libio (Marcy, p. 249).

6. La etimología de Telde (tâdlâ), significa «gavilla» (Gibb, p. 75), nos habla de las mieses, de la fertilidad de la gran vega de Telde. Del mismo modo, las similitudes geográficas de ambas zonas, una extensa y fértil llanura irrigada por ríos que bajan de los montes Atlas (de la cumbre de nuestra isla). Esta etimología bien podría centrar el diseño del nuevo escudo de nuestra ciudad que, como hemos visto, no refleja la verdadera historia de la misma, por mucho que sigamos empeñados en celebrar cada «7 de noviembre» o denominarnos «prima civitas et sedis» e, incluso, «arzobispal ciudad».

Del mar hasta la cumbre, Telde la fértil
(Propuesta del autor)

8. Como hipótesis a estudiar, cabría pensar que los aborígenes que radicaron en Telde y que así la llamaron, bien pudieron ser canarii procedentes de la región de Telda. De allí fueron traídos por los romanos como esclavos para proveerse de cereal, como en la isla de Lobos lo hicieron de púrpura. No en vano, como describe León el Africano, Telda se halla «a poniente el el Río de los Esclavos» (Fanjul et Consolani, p. 120), si bien es cierto que no sabemos a qué esclavos refiere, si canarii de Tadla o  sus vecinos al oeste, ghomara (¿gomeros?), o al sur aourebas (¿auaritas?), todas ellas tribus bereberes (Peyronnet, pp. 53-54). También podría pensarse que el tránsito de misioneros en el obispado de Fortunia, si fue el mismo que terminó radicado en Tadla, pudo originar la denominación de lugares similares con el mismo nombre.


REFERENCIAS

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Davidson, J. (1839). Notes taken during travels in Africa. J. L. Cox and sons. London.

Fanjul, S. et Consolani, N. (trad.). ([1526] 1995). Descripción general del África y de las cosas peregrinas que allí hay. Lumwerg editores. Barcelona.

García Barriuzo, P. (1984).  «La constitución jerárquica histórica y actual de la Iglesia en Marruecos» en Revista Española de Derecho Canónico, núm. 116, pp. 217-282.

García Oro,  J. (2003) «La misión franciscana en Canarias. La conciencia misionera de la Iglesia moderna resucita en Canarias» en Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, núm. 16, pp. 13-48.

García Santos, J. (1992). «La evangelización luliana. El obispado de Telde» en Almogarén, núm. 9., pp. 55-85.

Gibb. H. A. R. (ed.). (1998). The Encyclopaedia of Islam: T-U. Vol. 11. Brill. Países Bajos.

Houtsma. M. T., Wensinck, A. J., Gibb, H. A. R., Heffening, W. Et Lévi-Pronvençal, E. (1993). First encyclopaedia of Islam. 1913-1936. Vol. 7. S-Taiba. E. J. Brill. Leiden, New York, Köln.

Marcy, G. (1962). «Nota sobre algunos topónimos y nombres antiguos de tribus bereberes en las islas Canarias» en Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 8, pp. 239-289.

Marín de Cubas, T. ([1694] 1993). Historia de las siete islas de Canaria. Canarias Clásica. La Laguna.

Peyronnet (1919). «Histoire du Tadla des origines a 1910» en Bulletin de la Société de Geographie d´Alger et de l´Afrique du nord, núm. 24, pp. 49-69.

Rumeu de Armas, A. (1977). «El báculo del obispo de Telde, fray Bonanat Tarí» en Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 23, pp. 409-417.

Rumeu de Armas, A. ([1986] 2001). El obispado de Telde. Misioneros mallorquines y catalanes en el Atlántico. M.I. Ayuntamiento de Telde. Madrid-Telde.

Sanahuja Ferrer, P. (2020). «La diplomacia de la Corona de Aragón durante la Guerra de los Dos Pedros (1356-1362). Granada y Fez» en La España Medieval, núm. 43, pp. 245-267.

Serra Ráfols, E. et Cioranescu, A. (eds.). (1964). Texto de Gadifer de la Salle. Apéndice e Índice. Vol. 3. Instituto de Estudios Canarios. La Laguna.

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