03 mayo 2025

DE LA APARICIÓN DE LA SANTA CRUZ EN NUESTRA CIUDAD

Santa Cruz de El Alcaravanal de Telde (1938) - Fotografía del autor (2018)
(con mi gratitud a Dª Fátima Ascanio Panyasart, hermana del marqués del Muni)

“Sobre la aparición de una cruz en la ciudad de Telde
Durante la tarde del sábado, corrió por la ciudad el rumor que en la ciudad de Telde había aparecido en el tronco de un pino, que unos obreros habían cortado, una cruz, y que el hallazgo había causado general curiosidad.
Se decía que los obreros que se dedicaban a cortar el grueso tronco, al llegar al corazón del mismo, la sierra no funcionaba, y probándolo hasta tres veces, decidieron abrirlo por medio de cuñas, quedando estupefactos al encontrarse en el mismo corazón del tronco, perfectamente dibujado, el signo de la redención.
Guiados por la curiosidad, ayer acudimos a la ciudad de Telde, y efectivamente, en la finca de la señorita de León y Castillo, en el barrio de San Antonio, pudimos apreciar en cada uno de los dos trozos del pino, perfectamente dibujada, una cruz de color oscuro, más visible en una mitad que en la otra.
Durante todo el día de ayer la asistencia de público no sólo de Telde, sino de los pueblos cercanos y de Las Palmas, fue extraordinaria, constituyendo una verdadera romería, quedando todos admirados del prodigio, incluso muchos sacerdotes.
Nosotros oímos muchísimos y muy variados comentarios sobre la aparición de la Cruz, pero no creemos conveniente dar a la publicidad, esperando a que las autoridades competentes en la materia den su opinión sobre el asunto” (“Diario de Las Palmas”, 25/04/1938, p. 5).

Las nuevas generaciones desconocen que el jueves 21 de abril de 1938, jueves de la octava de Pascua, unos trabajadores de la finca de la marquesa del Muni situada en El Alcaravanal, en el camino a La Pardilla, encontraron en el interior del tronco del árbol que aserraban una gran marca en forma de cruz latina. Esta historia es la que siempre contó mi abuelo paterno, Expedito Alonso León, manteniendo con auténtica fe la versión que relató en su momento al periódico, incluso, al confrontarlo con mis dudas sobre si tal señal no serían sino las marcas de las cuñas usadas que, seguramente, dilataron aplicándole fuego para fracturar con mayor celeridad el tronco (de ahí el color negro de una de las cruces).

De izquierda a derecha, Nicolás Hernández Pulido, Paulino Hernández Pulido,
Antonio Henríquez González y mi abuelo paterno, Expedito Alonso León
(Fuente: "La Provincia", 26/04/1938, p. 3)

En el lugar conocido por “El Alcarabanal”, en Telde, aparece en un árbol el signo de la cruz, lo que ha causado curiosidad entre el vecindario.
El domingo, la afluencia de gente a dicho lugar fué enorme.
Una enorme multitud acudió el domingo a la ciudad de Telde a causa de los insistentes humores [sic] que corrieron sobre la aparición de una cruz en el troco [sic] de un árbol de la finca propiedad de la señorita Dolores de León y Castillo, enclavada en el sitio conocido por “El Alcaravanal”.
Y como es natural nosotros también acudimos a comprobar la veracidad de los rumores. Vimos, como el numeroso público allí estancionado [sic], el signo de la cruz perfectamente dibujado en un pedazo del tronco de un árbol, que según nos manifestaron es un pino marino. Los comentarios sobre el mismo ha sido muy variados, pero nosotros nos vamos a limitar a transcribir lo que nos manifestó el mayordomo de la finca, Expedito Alonso León. He aquí lo que nos dijo.
“El jueves pasado, a eso de las once, me encontraba talando este pino marino que ustedes ven, con el trabajador de la finca Manuel Peña Sánchez. La operación de serrar el árbol se llevó a efecto sin inconvenientes hasta más de la mitad del tronco. De pronto notamos que la sierra resbalaba como si hubiera encontrado un trozo de metal o algo que es imposible cortar con aquella sierra.
Como habíamos hecho en varias ocasiones procedimos a colocar unas cuñas para facilitar el corte. En este preciso momento llegaron Antonio Henríquez González y Pedro y Nicolás Hernández Pulido, los que también trabajaron con el fin de pasar con la sierra este tronco que oponía dura resistencia.
Sin lograr, como nosotros, su propósito.
Entonces, apretamos las cuñas con alguna violencia saltando por este motivo un trozo de árbol que cayó a nuestros pies. Cuando lo recogimos para retirarlo vimos, con la consiguiente sorpresa, que en el mismo aparecía en negro una cruz de unos veinte centímetros de alto por unos ocho o diez de ancho. La noticia corrió inmediatamente por la ciudad de Telde acudiendo a los pocos momentos tal cantidad de gente que tuvimos que colocar el trozo de árbol en una habitación, a fin de que pudiera ser visto por el público con más facilidad”.
Esto fue lo que nos contó Expedito Alonso León. Por nuestra parte solo nos queda que decir que el domingo vimos llegar numerosos automóviles de Las Palmas, en los que viajaban personas conocidísimas” (“La Provincia”, 26/04/1938, p. 3).

Multitud de curiosos en el lugar el domingo 24 de abril de 1938
(Fuente: "La Provincia", 26/04/1938, p. 3)

De la afluencia de gente al lugar en automóviles, debo añadir que una prima hermana de mi madre, la entrañable vecina de San Juan Dª Carmita Morales Morales (+ 2008), siempre nos contó que “el cura estaba bastante preocupado por lo que todo el mundo manifestaba” (bastante incrédulo) y que pronto llegó “un camión lleno de militares a ver qué estaba pasando”. No en vano, en plena contienda civil española, es de suponer que aquellas multitudes debían ser vigiladas por los actos que pudieran derivarse de tal encuentro.

Desde 1938 en adelante, las romerías han continuado aunque ya no sean tan numerosas. Raro es el año en que un pequeño grupo de romeros, generalmente vecinos de San Antonio y La Pardilla, no celebren el día de la Cruz (3 de mayo) en el lugar que quedó rebautizado desde entonces como "Finca de la Cruz". Ataviados con nuestra vestimenta tradicional llegaban con tocadores y cestas para el enyesque festivo. Si esta celebración se ha podido seguir haciendo, ha sido gracias a la bondad de la familia de los marqueses del Muni que permiten acceder a su propiedad. De hecho, esta misma familia levantó un pequeño y original oratorio neocanario en el que, en sendas hornacinas acristaladas, pueden admirarse los dos trozos del tronco que siguen siendo testigos de aquella Telde de antaño.

En honor a la honestidad de mi abuelo -estoy seguro de que habría reconocido la invención de serlo-, y ante la ausencia de un análisis pormenorizado y químico de las marcas en ambos trozos del tronco, me atreví a proponer otras posibles causas a tal hallazgo. Así, bien pudo ser que en el pasado alguien grabara una cruz o incrustara alguna sobre el tronco y éste, al crecer e ir engrosando, la terminara absorbiendo cual cicatriz. Al encontrarse el lugar en la entrada natural desde su puerto al núcleo fundacional de la actual ciudad, bien pudieron ser los hacedores de este "prodigio" antiguos misioneros de entre los que llegaron a la isla desde el s. XIV (Alonso, p. 28).


REFERENCIAS

Alonso Morales, E. C. (2018). "Acerca del puerto de Telde, de cuando la Historia atracó en nuestra ciudad" en Guía Histórico Cultural de la Ciudad de Telde, núm. 27, pp. 25-30.

"Diario de Las Palmas", 25/04/1938.

"La Provincia", 26/04/1938.

12 abril 2025

LA SEMANA SANTA EN LOS LLANOS A MEDIADOS DEL SIGLO XX

San Juan Evangelista en la plaza de San Gregorio (FEDAC)

Con el paso de los años, tras el Concilio Vaticano II y la renovadoras ideas que desdeñaban de lo hasta entonces tradicional, fueron quedando en el olvido algunos de los actos que por Semana Santa se llevaban a cabo desde la parroquia de San Gregorio Taumaturgo de nuestra ciudad.

La parroquia de los Llanos de Jaraquemada recibía la Semana Santa con todos sus altares despojados de cualquier ornamentación floral desde el miércoles de Ceniza en que daba comienzo a la Cuaresma. A partir del V Domingo de la misma, además, los santos de sus altares y retablos y hasta la cruz del altar quedaban cubiertas con telas moradas como antesala de los misterios que se iban a solemnizar durante la semana mayor.

La "Burrita" hacia San Juan entrando a la calle Portería desde la calle Carreñas
(Fuente: desconocida, imagen viralizada vía whatsapp)

El domingo de Ramos se conmemoraba la entrada triunfal a Jerusalén con la procesión de “la burrita” cuyo recorrido se alternaba cada año entre la iglesia de San Gregorio Taumaturgo y la de San Juan Bautista. Un año bajaba y otro subía, no en vano, la escultura del Señor “en su entrada triunfal en Jerusalén” fue comprada en los talleres olotinos por ambas parroquias a la vez. Perdida la tradición y, según dicen, por cierta animadversión entre los párrocos de las citadas iglesias, terminó siendo custodiada en la basílica menor de la que ha seguido procesionando cada año hasta la actualidad.

En esta jornada, muchas familias estrenaban sus nuevos vestidos y trajes que habían encargado a las modistas y costureras locales pues, además, recién se estrenaba la primavera, el cambio de temporada. Era el momento, además, en que los jóvenes que atravesaban ya la adolescencia dejaban atrás sus pantalones cortos para comenzar a lucirlos largos, mucho más adecuados a la "madurez" en la que ya principiaban. Entre las mujeres, destacaba el uso de la mantilla canaria y de la española. 

Mujeres con mantilla española durante la Semana Santa teldense (FEDAC)

El Miércoles Santo se llevaba a cabo la procesión "del encuentro” que en nada desmerecía de la que recorría las calles de Vegueta. En sus tronos salían del templo la bella Virgen de los Dolores de Silvestre Bello de luto riguroso, san Juan Evangelista con sus vestes tradicionales (túnica verde y mantolín rojo), la Magdalena, la Verónica y el Cristo con la Cruz acompañado de Simón de Cirene, talla que ya sólo ve la luz ataviado en el belén parroquial como cargador de una piña de plátanos en ofrenda al Divino Infante. 

Desde la plaza peroraba el acontecimiento el párroco con su sermón que intentaba suscitar en los presentes la conversión, el dolor de los pecados y la compasión al que siendo Dios no desdeñó morir por nosotros ¡y de tal manera! Uno de los momentos más esperados era cuando el paño de la Verónica caía desenrollado al limpiar el rostro del nazareno mostrando tres rostros porque tres veces enjugó el rostro del Señor camino del Calvario.

Procesión del Encuentro en las inmediaciones de la plaza de San Gregorio (FEDAC)

El Jueves Santo se llevaba a cabo la celebración de la misa de la Cena del Señor en la que doce hombres del barrio eran elegidos para que el párroco obrara con ellos idéntico gesto simbólico que Cristo en la última cena, el lavado de sus pies. Terminada ésta se reservaba de manera solemne el Pan de los Ángeles en “el monumento” especialmente decorado para tal ocasión. El sagrario de la parroquia de San Gregorio Taumaturgo, en su emplazamiento original (en el centro del retablo mayor), lucía adornado con toda la candelería, bandejas y violeteros plateados que desde días atrás habían limpiado y pulido con esmero un grupo de vecinas. 

El "monumento" en la parroquia de San Gregorio (FEDAC)

Allí quedaba “reservado” el Santísimo Sacramento, entre cientos de calas, primorosamente cultivadas en los jardines de las casas del vecindario para la ocasión, y el titilar de las velas de cera que creaban una atmósfera apropiada para todos los que acompañaban, en su "visita de los monumentos", al que sufría en Getsemaní durante el rezo de la Hora Santa. Allí permanecía, hasta que en la celebración de la Pasión al día siguiente (que no es eucaristía, ni puede celebrarse alguna) es del todo consumido en el momento de la comunión, tras la adoración de la Cruz y la oración de los fieles que en esa jornada es aún más extensa y precisa.

El Viernes Santo, la feligresía de San Gregorio volvía a llenar las calles al mediodía. Terminada la celebración de la Pasión en el templo, procesionaba el Crucificado con la Magdalena a sus pies y, una vez más, la Virgen Dolorosa de Silvestre Bello y el San Juan Evangelista. El gentío era tal, seña de lo que un “Viernes Santo” significaba en la época, que no desmerecía de la procesión de las mantillas catedralicia. Terminada la misma, se acercaba la hora nona (las tres de la tarde), momento en el que nos dicen los evangelios que expiró Jesucristo y el recogimiento se hacía patente al vaciarse las calles del barrio.

Procesión del Viernes Santo a su regreso a la plaza (FEDAC)

El Sábado Santo bien entrada la noche, se llevaba a cabo la celebración de la Vigilia Pascual en la parroquia, extensa eucaristía en la que se bendice el fuego del Cirio Pascual y el agua, agua bendita que, era tradición, se llevaban al término de la misma todos los que quisieran, mayoritariamente aquellas que se encargaban de reponer dicha agua en las benditeras de sus hogares.

El Domingo de Pascua, terminada la solemne eucaristía, la alegría de la chiquillería desbordaba en la plaza de San Gregorio y alrededores pues ¡había resucitado el Señor!, por lo que ya se podían divertir nuevamente, la música volvía a las emisoras de radio (más allá de la sacra de los días previos) y los cines podían continuar con sus estrenos tanto como los cafetines y bares con sus tertulias y tertulianos varios.

13 marzo 2025

LA MORERÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA, ¿UNA MEZQUITA Y UN PALOMAR?

Vista aérea del barrio de S. Francisco, antes de Ntra. Sra. de la Antigua (Google Earth)

La presencia de esclavos moriscos en las plantaciones de la Telde desde mediados del siglo XVI en adelante es bastante conocida. De hecho, su presencia tan numerosa en algunas zonas hizo que éstas fueran conocidas como barrio berberisco o, simplemente, Berbería, como aún hoy testimonia la calle Barbería (realmente Berbería) en las cercanías de la plaza de San Gregorio. Esta población esclava de origen bereber llegaba a las islas de manera forzada, fruto de cabalgadas en las costas africanas vecinas, con la imposición de convertirse al cristianismo y abandonar su fe mahometana. No obstante, la Inquisición en Canarias no vigiló tanto a la población morisca como a la judeoconversa por la práctica secreta de sus respectivas creencias anteriores (Aznar Vallejo).

Por otro lado, con antelación a esta afluencia berberisca esclava, nos encontramos en nuestra ciudad la presencia de mudéjares, musulmanes que no eran esclavos sino que se llegaron con los demás repobladores tras la conquista y que siguieron practicando libremente su fe hasta bien entrado el siglo XVI pues “la pragmática del 12 de febrero de 1502 de los Reyes Católicos que disponía que los moros abandonasen España o abjurasen del islamismo, no tuvo aplicación en Canarias” (Santana, p. 640).

Tuvo pues la naciente Telde su morería localizada, sin lugar a dudas, en la manzana que queda delimitada por las calles que actualmente se denominan Portería, Montañeta de San Francisco y Altozano del barrio de San Francisco, antes de Santa María de la Antigua.

“En la noble çibdad Real de Las Palmas que es en esta ysla de la Grand Canaria en diez e ocho días del mes de setiembre año del nasçimiento de Nuestro Salvador Ihesu Christo de mill e quinientos e quarenta e nueve años estando ayuntados a cabildo en las casas del dicho cabildo como lo an de uso e costumbre el muy magnífico señor don Rodrigo Manrrique de Acuña governador desta dicha ysla por sus magestades e los señores Regidores della e en presençia de my Pedro Ximénez escrivano de sus magestades e tiniente del escrivano mayor del cabildo vezino de la çibdad de Telde su tenor de la qual es este que se sigue.
Muy magníficos señores Pedro Gudino vezino de la çibdad de Telde beso las manos a vuestra señoría e digo que puede aver un mes que yo ove pedido a vuestras señorías me hiziesen merçed de un solar en la çibdad de Telde en el barrio de Nuestra Señora de la Antigua linde con la calle Real que va de Nuestra Señora y por otra parte otra calle que viene de hazia San Sebastián a Nuestra Señora y por otra parte con casas que fueron de los alfaquíes e de la otra un solar de Juan Yanes palomero e por vuestra señoría fue mandado apregonar e se apregonó en la dicha çibdad de Telde e porque no ovo contradiçión me mandaron dar el dicho solar con que el señor liçinçiado del Castillo me lo señalose y llevando la petiçión a la çibdad de Telde después de aver señalado el dicho solar el liçençiado del Castillo trayéndolo para asentar el título se perdió. Suplico a vuestras señorías que constándoles lo de suso contenido ser asy me mande dar título del dicho solar y en ello reçiviré merçed.
El solar que vuestra señoría mandó le señalase se le señaló en el lugar e debaxo de los linderos en la petiçión contenidos tiene çinquenta e seys pies de frontero e çiento e doze de cunplido. El liçençiado del Castillo.
E por los dichos señores governador e regidores y visto dixeron que davan e dieron al dicho Pedro Gudino el dicho solar que pide e donde el liçençiado del Castillo Regidor syn perjuizio de terçero e con que lo labre y aprobeche e dello le mandara dar titulo e que se le asyente en este libro de Repatimientos” (Ronquillo, pp. 414-415).

Estas “casas que fueron de los alfaquíes” indican que allí habitaron varios doctores de la ley islámica, referentes religiosos en la comunidad musulmana. En 1549 estas casas parecen haber sido abandonadas. La animadversión hacia esta comunidad había ido creciendo en la medida que aumentaba la población esclava berberisca y las incursiones de piratas de igual procedencia en las islas. Los cristianos creyeron que estos mudéjares, aliados con los esclavos berberiscos, podían ser una auténtica quinta columna. Así, “con los moriscos libres se intentará su expulsión. En Gran Canaria, el gobernador y el Cabildo la habían decretado en 1538, pero aquellos que habían llegado de forma voluntaria a Canarias para convertirse al cristianismo, logran autorización para quedarse” (Santana, p. 641).

No debieron renegar de su fe estos alfaquíes del barrio de Santa María la Antigua al haber abandonados sus casas con anterioridad a la data reseñada, probablemente tras el inicio de 1541 cuando “las autoridades de Gran Canaria dispusieron que los moriscos libres salieran de esa isla, por lo que algunos pasaron a Tenerife. Allí se encuentran con diversos problemas, se les acusa de no ser sinceros en su conversión y que se pasaban al enemigo en la mínima oportunidad” (Santana, p. 635), misma causa que los llevó a abandonar Gran Canaria. Por lo tanto, la morería teldense pervivió entre los orígenes de la ciudad (1483) y la disposición legislativa reseñada (1541), es decir, más de medio siglo.

No sabemos si estos alfaquíes fueron familia o vecinos de María Hernández ("Las brujas de Telde"), procesada por la Inquisición entre el 14 de noviembre de 1521 y el 10 de octubre de 1522 por pretender curar con hechizos a Juan de Ávila, hijo de Isabel de Talavera, vecinos de la misma ciudad (Rodríguez Galindo, p. 134). 

Esposa del alfaquí Fernán Pérez, relata que sus hijos estaban en la cárcel (luego se fugarían) por lo que no tiene otro medio de subsistencia junto al de la mendicidad (Fajardo, p. 211). Sometida al tormento del agua fue, finalmente, absuelta (Fajardo, p. 254) y puesta en vigilancia por su abjuración del Islam. Todavía en 1525, con 60 años, aparece en el padrón que realiza la Inquisición para controlar a los conversos y sus buenas disposiciones religiosas (Lobo, p. 48).

En el mapa de la ciudad que en torno a 1590 levantara el ingeniero Torriani se observa el lugar en torno a un amplio solar o placetilla que, posteriormente, absorberá la actualmente conocida como Casa de los Sall. En una de las remodelaciones de esta extensa propiedad, que agrupó también varias de las antiguas edificaciones anexas, el presbítero Hernández Benítez y el pintor José Arencibia Gil creyeron identificar restos de lo que creyeron un torreón defensivo así como el arranque de un arco goticista en una pared. El presbítero, según el cronista de Telde González Padrón, avisó a los investigadores Rumeu de Armas y Serra Ráfols para que dieran su parecer de tales vestigios que no dudaron en creerlos anteriores a la conquista castellana (Galindo et Mireles, pp. 32).

Manzana que acogió la morería en el mapa de nuestra ciudad de 1590 (Torriani) 

En cuanto al torreón, cuya base circular de mampuestos fue lo único observado, más que los restos de un alminar, parte de la mezquita que en tal morería existiría, se trataría más bien de uno de los palomares de Juan Yanes, que allí tenía su solar, dada la configuración de los palomares en la época, de planta circular y a modo de torrecilla, tal cual el de los Salazar que aún se conserva en la villa palmera de Mazo (Rodríguez Sánchez).

En cuanto al arco de carácter goticista que el mencionado cronista afirma desapareció con las obras de una pequeña vivienda en el Jardín del Té de la Casa de los Sall en los años 70 del siglo XX (Galindo et Mireles, p. 47), (González), quién sabe si no se trataba del mihrab, el nicho u hornacina que en toda mezquita indica la alquibla, es decir, la dirección de la Meca hacia donde deben dirigir la oración los musulmanes. Esta posible pared de la alquibla, aquella pared donde se encontraba el arco, sigue orientada, casualmente, hacia tal sagrado lugar, aunque hoy sea medianera entre viviendas.


REFERENCIAS

Aznar Vallejo, E. (1983). La integración de las Islas Canarias en la Corona de Castilla (1478-1520). Universidad de Sevilla – Universidad de La Laguna. Madrid.

Fajardo Spínola, F. (1985). "Las Palmas en 1524: hechicería y sexualidad" en Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 31, pp. 177-275.

Galindo Rodríguez, A. et Mireles Betancor, F. M. (2010). “Aportaciones sobre torres de la conquista en la isla de Gran Canaria: estudio arqueológico en la Casa de los Sall (San Francisco, Telde)” en El Museo Canario, núm. 65, pp. 31-50.

González Padrón, A. M. “Caminando hacia la desmemoria (XLIX). El gótico en Telde” en “TeldeActualidad”, 19/10/2023, https://teldeactualidad.com/art/156533/el-gotico-en-telde [consultado el 3/03/2025].

Lobo Cabrera, M. (1983). Los libertos en la sociedad canarias del siglo XVI. Instituto de Estudios Canarios. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid - Tenerife.

Rodríguez Galindo, A. (1966-1969), "El Museo Canario. Catálogo y extractos de la Inquisición de Canarias" en El Museo Canario, núm. 26-29, pp. 129-144.

Rodríguez Sánchez, F. “Patrimonio de todos, patrimonio de nadie: Palomar de los Salazar” en “MundolaPalma”, 31/02/2024, https://www.mundolapalma.es/2024/03/patrimonio-todos-patrimonio-nadie-palomar-salazar.html [consultado el 3/03/2025].

Santana Pérez, J. M. (1995). “Presencia morisca en las islas canarias” en Mélanges Louis Cardaillac. Tome Deuxième. Fondation Temimi pour la recherche scientifique et l´information (FTERSI). Zaghouan, pp. 629-647.

Torriani, L. (1959 [1590]). Descripción e historia del reino de las islas Canarias antes Afortunadas con el parecer de sus fortificaciones. Traducción del Italiano, con Introducción y Notas, por Alejandro Cioranescu. Goya Ediciones. Santa Cruz de Tenerife.

27 febrero 2025

LAS MONTAÑAS DEL AYGA, ¿LAS MONTAÑAS DE EGONAYGA?

Montaña del Gallego y Montaña de Águeda o Topino (Google Maps)

Varias son las montañas que se elevan en la frontera sur de nuestro municipio formando un bello paisaje que caracteriza a esta zona que puede ser tránsito hacia las cumbres más altas de la isla. Siguiendo la cartografía oficial del Gobierno de Canarias (GRAFCAN), éstas reciben los nombre de Montaña de Ruano, Montaña de Rosiana, Montaña de Santidad, Montañeta de Cubas, Montaña del Gallego, Montaña de Las Triguerillas, Montaña de Galindo, Montaña Águeda, Montaña de la Majada, La Montañetilla, Montaña Herrero, Montaña de Águeda, Montaña de Juan Tello, Montaña de Juan Santiago, todas ellas al oeste de la que es más conocida, la Montaña de Cuatro Puertas.

Ocurre con la toponimia de algunos lugares de la isla que responden a distintos nombres según los habitantes de los pueblos. Así, la Montaña de Águeda, también se conoce como del Águila, de Santa Águeda, Topino, del Constante, según preguntemos a los vecinos de los barrios limítrofes a la zona bien por la banda de Telde, bien por la banda de Ingenio. Sin embargo, todas ellas recibieron un nombre desde los primeros días de la colonización de la isla que sería conveniente que no cayera en el olvido.

Mapa topográfico de la zona montañosa del S y SW de Telde (GRAFCAN)

Este nombre es el de “las montañas del Ayga”, montañas que las antiguas datas de repartimientos sitúan en el lugar que nos ocupa, literalmente, “al poniente del barranco de Diego de Silva”, “en el camino que para para Agüimes” (Sánchez et Martín, pp. 281-282). Son tierras “montuosas que no son de ninguna persona sino vasias que no quiere nadye yr a sembrar ni desmontallas por ser muy lejos e de sequero e trabaxosas”, lo que no importa a Pedro Gudino, quien así las define al solicitar al Cabildo en 1557 que confirme el título de la data que allí recibió en 1543 (Rivero, p. 412). Vecino de Telde, también había solicitado al Cabildo en 1549 un solar en el barrio de Santa María de la Antigua (Ronquillo, p. 414).

“Montañas del Ayga” o “Montaña del Hayga” (Ronquillo, pp. 279 y 315) son referidas en las datas de repartimiento, si bien es cierto que de manera anecdótica, pues no fue una zona apetecible para establecerse por los colonizadores tal y como queda dicho. Su nombre, por la corrupción del habla, derivó en los actuales de Águila o Águeda, explicación ésta más plausible que la dada por Hernández Benitez, "Montaña de Águeda: tierras así llamadas por haber pertenecido a Águeda María de las Llagas que vivió en el siglo XVIII en aquel lugar" (Hernández, p. 330) y que, probablemente, refería no a esta montaña, sino a otra de la zona teldense de Hoya Aguedita.

Lo primero que podría pensarse es que “Ayga” refiera a cómo se conjugaba en el momento la primera y tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo haber (haiga - aiga en vez de haya), pero tal denominación carecería de sentido. Todo parece señalar, más bien, a la palabra agua en el catalán o mallorquín del siglo XV (Rosselló, p. 713), no en vano de allí provenían los primeros misioneros que se asentaron en Telde. Quizás se denominaron Montañas del Agua al alzarse entre barrancos como el de El Draguilllo que, en aquellos días, contaba con curso de agua caudaloso y continuo, curso invisibilizado en la actualidad por las canalizaciones y los pozos que aún se observan.

Sin embargo, encontramos ambas palabras, ayga y agua, incluso en la misma data como, por ejemplo, la de 30 de julio de 1554 que refiere a las “tierras montuosas e calmos que están en el término de Telde dentro de un barranco que se dize barranco de Diego de Silva que an por linderos por la vanda de abaxo con un camino que va de Telde para el Carrizal que va por çima de la montañeta de la Guesas e por la vanda de arriba con otro camino que va para Agüimes que va por las montañas de Ayga aguas vertientes de un cabo de otro del dicho barranco entre los dichos dos caminos” (Sánchez et Martín, p. 281-282).

Si bien es cierto que esto podría deberse a que el contexto lingüístico del siglo XVI en la isla era ya castellano, no el catalán de las misiones pasadas, la palabra “ayga” podría estar refiriendo otra realidad más allá del preciado líquido ya que, como hemos visto, no eran precisamente tierras de regadío, sino de "sequero y trabaxosas" las que allí se repartieron. Es lo que explica que el lugar fuera eminentemente usado para la silvicultura, no para la agricultura, durante el siglo XVI, extrayéndose recursos forestales como la leña dado que la zona estaba poblaba de tabaibas y salvias (Lobo, Santana et Rodríguez, p. 35).

En este sentido, a falta de nuevas fuentes, podríamos pensar que tal topónimo fue una pervivencia aborigen relacionada, probablemente, con las andanzas del buen guanarteme Egonaiga y Diego de Silva en la zona (La leyenda de Diego de Silva ¿en Gáldar o en Telde?) pensando que en la montaña de Santidad (otra de las montañas del Ayga) recibe su nombre porque era "una santidad donde los canarios se acogían en tiempo de guerra, como los había en muchos lugares de la isla y dado que dicho lugar era una aldea de la ciudad de Telde, donde residía el rey de la isla" (Aznar, p. 237).

En la actualidad diversos colectivos ecologistas luchan porque el paraje de los Montes de Rosiana, conocido también como Campo de Volcanes de Rosiana, sea reconocido como Paisaje Protegido dentro de la red de Espacios Naturales del Gobierno de Canarias (Espiño). Teniendo en cuenta que Rosiana es sólo el nombre de una de las montañas y su caserío, bien podría recuperarse con tal declaración el antiguo topónimo Montañas del Ayga, que no sólo recupera su primera toponimia, sino que también las engloba a todas.


REFERENCIAS

Aznar Vallejo, E. (1981). Documentos canarios en el Registro del Sello (1476-1517). Instituto de Estudios Canarios. La Laguna.

Espiño Meilán, J. M. (2022). “Montaña Águeda o Topino” en “TeldeActualidad”, 2/10/2022, s/p. https://teldeactualidad.com/archive/131843/medioambiente [consultado el 24/02/2025].

Hernández Benítez, P. (1958). Telde, sus valores arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos. Talleres tipográficos de imprenta Telde. Telde.

Lobo Cabrera, M., Santana Pérez, G. et Rodríguez Padillas, A. (2007). Los usos de la madera: recursos forestales en Gran Canaria durante el siglo XVI. Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria.

Rivero Suárez, B. (1997). «El régimen de propiedad de la tierra en Telde (Gran Canaria) después de la conquista» en Historia. Instituciones. Documentos, núm. 24, pp. 405-428.

Ronquillo Rubio, M. et Aznar Vallejo, E. (eds.). (1998). Repartimientos de Gran Canaria. Museo Canario – Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria.

Rosselló, G. (1859). Obras rimadas de Ramón Llul. Imprenta de Pedro José Gelabert. Palma.

Sánchez Valerón, R. et Martín Santiago, F. E. (2003). Génesis y desarrollo de Ingenio durante el siglo XVI. Iltre. Ayto. De la Villa de Ingenio – InfoNorteDigital.com. chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://genealogiacanaria.wordpress.com/wp-content/uploads/2011/09/gc3a9nesis-y-desarrollo-de-ingenio-siglo-xvi.pdf [consultado el 23/02/2025]

31 enero 2025

DE LA CANDELARIA EN TELDE

Imagen de la Virgen de Candelaria de Tara en su trono para las fiestas de 2024
(Fotografía del autor)

Si confiamos en las aportaciones del historiador Marín de Cubas, la primera advocación mariana que se veneró en la Telde aborigen fue la Virgen de Candelaria pues una imagen suya presidía el oratorio de la Torre de Gando hasta su destrucción en torno a la década de los sesenta del siglo XV. Acerca de esta destrucción narra «cómo quitaron primero la madera y junta la quemaron, y piedra por piedra le volvieron muy lejos de allí los canarios: los dos padres que asistían a la Capilla u oratorio de la advocación de Nuestra Señora de la Candelaria por la antecedente noticia que hubo de esta Señora. Estos religiosos vivieron cerca de Agüimes cautivos algunos años exhortando a los cristianos» (Marín, fol. 97).

Debemos ser conscientes de que quizás este oratorio fuera el de la torre y casa de oración que levantó Diego de Silva en la actual Telde, que es la que fue destruida, no así la de Gando, confusión de la historiografía canaria ya aclarado por Serra, Rumeu y otros. 

No obstante, siguiendo a Marín de Cubas, teniendo en cuenta a dónde fueron llevados los religiosos y su misión durante el cautiverio, más bien podría tomarse tal hecho como el origen de la devoción a la Virgen de la Candelaria en el actual Ingenio. Allí arraigó tal devoción mariana, actual patrona del municipio, con la erección de una primera ermita en torno a la mitad del siglo XVI.

En nuestra ciudad, por el contrario, la devoción a la Virgen de la Candelaria fue pronto retomada por sus repobladores conocedores de los milagros obrados por su imagen milagrosamente aparecida en la isla de Tenerife. Así sale a relucir en la historia que sobre la misma compuso el dominico fray Alonso de Espinosa en 1594.

«De como Nuestra Señora de Candelaria sanó a una mujer de unas calenturas y peste.
MILAGRO TREINTA Y NUEVE
El sobredicho año [1531], una mujer natural de Lanzarote, llamada Margarita Franquez, habiendo venido a la isla de Canaria, a la ciudad de Telde, fue herida de peste; y sobre ella las acostumbradas calenturas la pusieron en tal extremo, que tenía perdido el sentido, con los demás actos naturales. Y hallándose así, se encomendó a Nuestra Señora de Candelaria allá en su pensamiento, lo mejor que podía (quien estaba privada de los exteriores sentidos), y prometió de venir a su bendita casa en romería. 
Hecho el prometimiento, aquél que tuvo poder de mandar que la calentura dejase a la suegra de Pedro mandó a la calentura que abrasaba a aquella mujer, y luego por los merecimientos de la Virgen de Candelaria la calentura cesó, sin más venirle, y de la enfermedad de peste quedó sana. Luego cumplió su promesa, viniendo a su romería, y estando en ella contó el caso sucedido al padre Tomás de Santiago, y él lo afirma» (Espinosa, p. 194).

«De una mujer que estuvo año y medio de mal de bubas tullida, y por medio de esta santa imagen fue sana.
MILAGRO CINCUENTA Y CINCO
El año de mil quinientos cincuenta y cuatro, una buena mujer, por nombre María Hernández, vecina de la ciudad de Telde, en la Gran Canaria, mujer de Juan Batista, nata, estuvo de una larga y pesada enfermedad año y medio en una cama tullida, tal que no se podía levantar, porque tenía siete y ocho llagas asquerosas en los muslos, rodillas y garganta, de mal francés que llaman bubas. Y eras las llagas tales y el humor que se criaban tan malo, que ningún médico le daba ni sabía remedio, antes la habían desahuciado de la vida.
Viéndose así la triste mujer, tan al cabo y tan sin remedio, se encomendó con mucha fe y devoción a Nuestra Señora de Candelaria, cuya devota era y cuya imagen de bulto tenía en su aposento, a quien muy a menudo y de ordinario se encomendaba, en este día sábado en la noche; y estaba con mucha pena, por ser el día que era y no tener con qué alumbrar la dicha imagen y estar a oscuras. Y súbitamente vio la dicha imagen con una vela encendida; y desde este punto comenzó a sentir mejoría en su enfermedad. 
Y como cierta muchacha suya, que había ido por aceite para alumbrar la dicha imagen, entrase por la puerta con él, desapareció la lumbre que veía.
Pasados algunos días, un jueves a las nueve del día, estando la pobre paciente con grandes dolores y comezón que se deshacía, hallándose sola, comenzó a llamar a Nuestra Señora de Candelaria con grande ahínco que la ayudase, por espacio de media hora o más, habiendo este tiempo rezado sus devociones y ofreciéndolas como mejor había podido.
Y estando en esto, vio súbitamente delante de sí una mujer vestida de blanco, muy hermosa, la cual entendió ser la Candelaria; y así le dijo:
- Señora mía de Candelaria.
Y ella respondió: 
- Mujer, yo soy contigo; ¿no me llamabas?
- Sí llamaba, señora, dijo la enferma, mas no puedo levantarme para recibiros ni haceros reverencia.
Díjole entonces la reina de vida:
- Pues, levántate, que sana estás.
Y luego, en ese punto se puso la buena mujer en pie, sin saber cómo, en medio de la casa, sana de su tullimiento y enfermedades. Y hallóse vestida de un jubón blanco de lienzo que a su cabeza tenía, sin saber quién se lo hubiese vestido. Y fue tanta su admiración de verse sana, que dio voces, a las cuales acudió toda la vecindad y pueblo y dieron gracias a Dios Nuestro Señor y a su bendita madre del repentino acaecimiento y sanidad no pensada.
La dicha mujer, queriendo a la noche ver sus llagas y curarlas, hallólas todas tan sanas, como si hubiera mucho tiempo que lo estaban. Luego puso por obra su romería, y fue a Candelaria, donde sirvió en aquella casa mucho tiempo a Nuestra Señora.
Todo esto cuenta el padre fray Gil y el padre fray Francisco de Santo Domingo» (Espinosa, pp. 208-210).

No obstante, esta devoción a la Candelaria no parece haber tenido reflejo en templo propio o altar dedicado en las iglesias de la ciudad hasta bien entrado el siglo XVIII más allá de la prescriptiva celebración eucarística de la Iglesia Católica cada dos de febrero en conmemoración de la Presentación en el Templo o la Purificación de Nuestra Señora.

En el archivo parroquial de la basílica de San Juan Bautista «a partir de 1763 comienza a reflejarse la fiesta del Santísimo Cristo del Altar Mayor, con realización de procesión circular; la procesión de La Candelaria, que se realizaba en San Sebastián, a principios de febrero o, entre otras, la procesión del Domingo de Ramos, San Antonio, San Ignacio, Santa Rosalía» (Acosta, p. 45).

Si en tal ermita cuajó la devoción a la Candelaria, con procesión y, por lo tanto, imagen procesional incluida, fue sin duda por la obra de los vecinos franciscanos del convento de Santa María La Antigua que desde ella atenderían a los habitantes de la cercana Tara que allí encontraban el templo más cercano donde celebrar su fe.

Algunos franciscanos, quizás procedentes desde los hermanos conventos tinerfeños, al calor de la orografía propia de Tara (barrio eminentemente troglodita), implantaron la devoción a la Virgen que en una cueva de la costa tinerfeña tuvo su primera morada y que ya se postulaba como patrona del archipiélago. Además, quizás, también lo hicieron con el propósito de resignificar una cueva que hoy en día se sabe que era un lugar de culto astronómico de los antiguos canarios (Barrios, Valencia et Brito), carácter sagrado que no habrían olvidado aún por aquellos días sus vecinos.

Cueva de la Virgen de Tara (Barrios, Valencia et Brito, p. 8)

No sabemos si los frailes acudían en procesión con la imagen a la cueva o si en ella establecieron un pequeño oratorio pues de lo único que hay constancia es que el culto a la Virgen de la Candelaria se celebraba en torno a la ermita de San Sebastián. De usarse la cueva como lugar de culto, tampoco se ha podido datar fehacientemente desde cuándo, transidas algunas datas con exageraciones y folclore propios de la transmisión oral.

No obstante, por fuerza mayor, el año de 1868 parece tornarse clave al ser el año en que el alcalde de la ciudad de Telde, José Falcón Vega, decide derruir la ermita de San Sebastián al calor de la Revolución Gloriosa (Hernández, pp. 177-178). El ajuar religioso de la misma pasó, mayoritariamente, a la ya exconventual de San Francisco y, de ésta, posteriormente, a la basílica de San Juan Bautista. 

Sin duda, ésta es la que se volvió a entronizar en la actual iglesia de Tara tras su bendición por el nuncio de Su Santidad en España en mayo de 1970. “A continuación Monseñor Dadaglio, revestido de pontifical, bendijo el exterior del templo con el ritual de rigor, haciendo las asperciones con un ramo de olivo. Inmediatamente después, la delicada imagen de Nuestra Señora de Candelaria de Tara, portada por el párroco de la iglesia de San Francisco de nuestra ciudad, reverendo Padre don Miguel Ojeda, y cura ecónomo del templo de Tara, siendo precedido por los señores Vega Guerra” (“La Provincia”, 5/05/1970, p. 8).

Esta imagen de la Virgen de la Candelaria guarda muchas similitudes artísticas con la imagen de Nuestra Señora del Rosario de la de la basílica de San Juan Bautista de la que es coetánea. Ambas debieron ser obra del mismo imaginero, un imaginero cercano a los frailes franciscanos, si no de un fraile mismamente. Curiosamente, hasta los tiempos de don Teodoro Rodríguez como párroco de San Juan Bautista, la Virgen del Rosario era puesta en su trono para la fiesta de la Candelaria, a manera de altar de cultos, fungiendo como tal, portando ella la candela en su mano y el Niño vestido "de cristianar" que se decía, además de con un gracioso bonete.

Debemos reseñar que la familia Navarro sostiene de otra imagen de la Virgen de la Candelaria, que en 2007 donaron a la iglesia de Tara, que es la que realmente se veneraba en la Cueva de la Virgen, siempre custodiada por sus antepasados (Barrios, Valencia et Brito, pp. 20-21). Atendiendo al lenguaje estilístico de la talla, escuela levantina o catalana, no sevillana, del siglo XIX, no podemos sino creer que ante el derribo de la ermita de San Sebastián en 1868 esta familia de Tara, que como el resto de sus vecinos se vio despojada de su lugar de culto y de su patrona, entronizaron una nueva imagen en la cueva como remedo de la desaparecida ermita.

Por la sacralidad de la imagen celebrada en la ermita de San Sebastián es impensable que de la ermita derruida pasara a ser entronizada y venerada en una cueva, pasó a la iglesia de San Francisco, por lo que no sabemos cuál es la imagen que el actual cronista de Telde afirma que los Rodríguez Quetler, suegros de Matías Vega Guerra, se llevaron de la cueva y pasaron a custodiar en su casa desde 1931 ante la situación política del país (Cuenca, s/p), a no ser que sea la donada por la referida familia Navarro que, sin embargo, no son parientes de los anteriores.

Imagen de la Virgen de Candelaria donada a la iglesia por la familia Navarro en 2007
(Barrios, Valencia et Brito, p. 20)

Esta imagen devocional privada, es lo que pudo llevar a Hernández a no referir nada de su existencia cuando describió la Cueva de la Virgen que él conoció como de Los Guaires y que, por supuesto, no consideraba lugar de culto católico alguno. Además, cuando la visitó, seguramente esa imagen tampoco se encontraba ya en su interior pues refiere en su descripción que la cueva había sufrido una reciente reducción de su corredor de entrada por la extracción de toba para cantos (Hernández, p. 46), lo que motivaría que la imagen se hallara a salvo en la casa de sus propietarios, sin que sepamos si de los antepasados de los Navarro o si de los Rodríguez Quetler.

Sea como fuera, desde mayo de 1970, el barrio de Tara cuenta con su actual templo de la Virgen de Candelaria gracias a la promoción, construcción y donación que de él hiciera el matrimonio formado por don Matías Vega Guerra y doña Clara Rosa Sintes Rodríguez. En ella se entronizó y sigue venerando la imagen que un día suscitó la devoción de todos los teldenses en la desaparecida ermita de San Sebastián, sobre todo, la de sus feligreses más cercanos, moradores de Tara, que aún la tienen como celestial patrona y abogada.


REFERENCIAS

Acosta Brito, C. R. et Rodríguez Calleja, J. E. (1999). El archivo parroquial de San Juan Bautista de Telde. Cabildo de Gran Canaria. Telde. 

Barrios García, J., Valencia Afonso, V. et Brito Mayor, A. (2018). “Investigaciones arqueoastronómicas en Gran Canaria. La recámara equinoccial de la Cueva de la Virgen de la Candelaria (Tara, Telde)” en XXIII Coloquio de Historia Canario-Americana, núm. 23, pp. 1-22.

Cuenca, J. (2023). “Tara: el Templo perdido de los canarios del Guanartemato de Telde” en “elDiario.es”, 24/03/2023, s/p. https://www.eldiario.es/canariasahora/patrimonio-canarias/tara-templo-perdido-canarios-guanartemato-telde_130_10062238.html#:~:text=La%20Cueva%20de%20La%20Virgen,cuanto%20a%20su%20verdadero%20significado. [consultado el 31/01/2025]

Espinosa, A. de. (1967 [1594]). Historia de Nuestra Señora de Candelaria. Goya ediciones. Santa Cruz de Tenerife.

Hernández Benítez, P. (1958). Telde, sus valores arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos. Talleres tipográficos de imprenta Telde. Telde.

“La Provincia", 5/07/1970, p. 8.

Marín de Cubas, T. (1993 [1694]). Historia de las siete islas de Canaria. Canarias clásica. La Laguna.